SANTO DOMINGO (R. Dominicana)- Cuando Edgar Rentaría conectó el imparable al jardín central que le dio la victoria en la Serie Mundial a los Marlins de la Florida ante los Indios de Cleveland, no solo provocó un ensordecedor estallido de felicidad en el estadio Sun Life, también despertó el interés por el béisbol a un niño de 12 años de edad de Arjona, municipio del Departamento Bolívar en la costa caribeña de Colombia, que descubría en ese momento lo que quería ser en la vida.
Así nació el amor de Ernesto Frieri por el béisbol en un país como Colombia que respira por y para el fútbol: “Al ver la felicidad de toda mi familia tras Rentaría pegar ese hit con las bases llenas, de inmediato dije; wao, yo quiero ser como él, quiero otorgarle ese tipo de alegría a mi familia. Desde ese entonces soy pelotero”.
Frieri es un relevista con siete años de experiencia en Grandes Ligas que vino al país a reforzar a los actuales campeones Gigantes del Cibao. Tiene como propósitos ayudar al equipo y acelerar su proceso de recuperación tras una temporada muy limitada con los Rays de Tampa debido a las lesiones, en la que solo pudo participar en 22 partidos acumulando 23.1 entradas lanzadas.
Pero la historia del Frieri está íntimamente vinculada al maíz. El relevista que en el 2013 logró salvar 37 partidos con los Angelinos de Anaheim se crió con su abuela materna, una conocida vendedora de bollos de maíz a la que Frieri tenía que darle una mano cada día en la elaboración del producto que representaba la columna vertebral del sustento de la familia: “Me crié con mi abuela. Ella era vendedora de tamales, lo mismo que aquí en República Dominicana y en la costa atlántica de mi país se conoce como bollo de maíz, producto que tiene un procedimiento de elaboración al cual desde muy niño me incorporé como moledor. Me levantaba cada día a las cuatro de la mañana a moler maíz, luego tenía que salir a venderlos y retornar a la casa a prepararme para la escuela”, relata Frieri.
Sin proponérselo, el ejercicio al que se sometía diariamente para ayudar a su familia, iba fortaleciendo el brazo que más tarde lo convirtió en lanzador: “Es una historia muy bonita y que jamás olvidaré porque siempre recuerdo de donde vengo. Cuando comencé a jugar béisbol, la primera bola que tiré impresionó a los entrenadores. Les expliqué lo que hacía y ellos me dijeron que ahí radicaba el poder de mis lanzamientos. Desde ese día, era yo el que esperaba a mi abuela para iniciar mi trabajo como moledor de maíz”, afirmó.
No es la primera vez que Frieri está en República Dominicana. Tras ser firmado por los Padres de San Diego vino a la Liga de Verano del país en el 2003: “Me encanta este país que ama el béisbol. Siempre he admirado como el dominicano sigue este deporte. Se lo comentaba a mis amigos Albert Pujols, Eric Aybar y Erving Santana, jugadores con los que compartí mucho en mi etapa como miembro de los Angelinos”, dice.
Tiene las mejores opiniones de esta liga, razones por las que prefirió venir para recuperar parte del terreno perdido durante la recién finalizada temporada de Grandes Ligas: “Tomé la decisión de venir porque esta es la mejor pelota que se juega en Latinoamérica, y aquí estoy con un gran equipo como los Gigantes que me ha recibido con los brazos abiertos”, agregó.
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