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Me perdona usted, Cardenal

César Medina.-
Como estoy entre los admiradores del cardenal López Rodríguez desde mucho antes de ser cardenal y le he reconocido siempre muchos de sus aciertos, puedo también criticarle algunos de sus errores, como el pronunciamiento despectivo y denigrante hacia el embajador Wally Brewster.
El cardenal López no tenía ninguna necesidad de reducir su vocabulario con palabrotas desentonadas, por grande que fuera su rabia ante el “atrevimiento diplomático” del enviado norteamericano, a quien previamente había puesto en su sitio con palabras fuertes e igualmente peyorativas y discriminatorias.
A fin de cuentas, Brewster sale ganando cuando una figura del nivel del Cardenal reduce el debate a lo personal aunque aplaudan las graderías… Lo refiero con conocimiento de causa por la repercusión que ha tenido en el ámbito diplomático la reacción irascible del cardenal dominicano y la tipificación discriminatoria de sus declaraciones.
En el plano internacional es sencillamente incomprensible que un cardenal de la experiencia de López Rodríguez haya incurrido en semejante desatino porque él representa su Iglesia y su Iglesia no tiene una posición tan radical hacia la relación íntima entre personas del mismo sexo.
Pero, también, porque nada tiene que ver el ejercicio diplomático de Brewster con su preferencia sexual, en especial porque él –Brewster–, representa un país que admite legalmente esa condición y que, además, estima discriminatorio el uso de términos degradantes como los referidos por el Cardenal dominicano.

…No ha sido distinto 
Cuando el presidente Obama lo nominó ante el Senado norteamericano como embajador en la República Dominicana, Wally Brewster era un conocido activista de las minorías gays, lesbianas y transexuales. Era de los que salía a las calles portando carteles reclamando los derechos de esas minorías.

Igual cuando el Senado aceptó su nominación para que representara a su país en esta isla caribeña.
Para entonces, Brewster no estaba casado aún con Bob J. Satawake, a quien desposó a propósito de ese nombramiento y lo presentó a la sociedad dominicana como su pareja ante la rechifla de grupos tradicionales y hasta de miembros del Cuerpo Diplomático no familiarizados con situaciones parecidas.
Incluso, vale recordar que en ocasión de la llegada de un nuevo embajador de El Vaticano, monseñor Jude Thaddeus Okolo, se presentó una situación incómoda para el protocolo de bienvenida porque la invitación no incluyó al esposo de Brewster, y trascendió que éste reclamó el “derecho” a que se invitara también a su pareja. Brewster no asistió a la recepción.
El episodio hizo modificar la normativa diplomática y desde entonces es habitual que se invite a la pareja de esposos norteamericanos y se trate a ambos como embajadores.

Una cosa y la otra…
No tiene nada que ver una cosa con la otra… Que Wally Brewster se haya constituido en un metiche de la política dominicana, dista mucho de sus preferencias sexuales asumidas por el Estado Dominicano desde el momento en que dio su beneplácito para que viniese como embajador.

Porque, repito, él era un activista gay conocido en Estados Unidos cuando Obama lo nombró pero, además, formalizó su relación con Bob Satawake al momento de asumir el cargo con el fin de llegar al país de destino “formalmente casado”.
Consecuentemente, López Rodríguez no puede ahora exhibir tal homofobia con palabrotas impropias de quien predica “la llegada del Señor”… ¡… Y perdone usted, mi querido Cardenal!
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