Por Miguel Guerrero.- El Periodiquito Oriental.-Qué conductor no se sorprendió y se sintió mal al encontrarse con aquellas inmensas bolas de hierro colocadas como ‘reductores de velocidad’ en la avenida Las Américas junto al puesto de peaje.
Definitivamente un monumento al absurdo.
Luego vinieron otros, y otros y muchos otros al colmo que cuando se construía la avenida de circunvalación de Santo Domingo, en la carretera 6 de Noviembre, se colocaron en cada carril alrededor de una docena de ellos en un espacio de unos mil 500 metros.
Si vas a Samaná, Bávaro y otras zonas del país te encuentran con ellos.
A un amigo se le explotó una goma del vehículo cuando visitaba Punta Cana gracias a estos ‘reductores’.
Otro llegando al peaje de la 6 de Noviembre corrió igual suerte.
También he observado accidentes fruto de estos engendros.
Ocurre que hay conductores que consideran que sus vehículos sufren menos si los atraviesan rápido y en ocasiones coinciden con otros que creen que lo mejor es cruzarlos 'a cero millas’ formando una combinación fatal.
Pero no solo las gomas sufren con estas indeseadas obstrucciones.
Imagínense lo que puede ocurrir con este campo vehicular que tenemos.
Carros, guaguas y todo tipo de transporte destartalado por los años de uso.
Hay que enfrentar entonces los costos de las piezas y otras variables.
Hemos carecido de creatividad para hacer frente a cierto tipo de situaciones.
En Baní, en la carretera que conduce a la comunidad de Villa Sombrero, próximo al Matadero Municipal, existen unos ‘policías acostados’ que puede servir de modelo ante estos destructores que pululan a todo lo largo y ancho del país.
Son tres reductores en un espacio de unos 200 metros que se puede cruzar sin traumas pero necesariamente a una velocidad reducida porque luego viene otro y el tercero al final.
Nadie los cruza a gran velocidad ni se requiere que usted llegue al nivel de ‘cero kilómetros’.
Estoy seguro que con algunas mejoras, ya que tendrán que resistir más por el continuo tránsito, incluyendo de vehículos pesados, podrían ser un ejemplo para el país.
En la feria de Santo Domingo, la calle que atraviesa la Cervecería, que va de la avenida Independencia a la George Washington hay también unos ‘policías acostados’ que pueden servir de ejemplo de cómo reducir la velocidad con el mínimo de inconvenientes posibles.
Se reduciría el número de accidentes, se conservaría mejor las gomas así como todo el sistema de amortiguamiento de los vehículos.
Por cierto, llegando a Bani, entre el cementerio y el puente ubicado frente al destacamento policial, no conforme con instalar un semáforo cargado de buenas intenciones, pero carente de soportes técnicos, colocaron unos de estos ‘reductores’ que son una torpeza total.
En el área funciona una universidad y se necesita evitar tragedias, pero en las horas en que la universidad está cerrada, incluyendo las noches sigue funcionando, convirtiéndose en una fuente de caos ya que muchos prosiguen sin tomarlo en cuenta mientras otros se detienen allí.
Otros fueron colocados en la zona donde está la entrada-salida a las plantas de carbón, por el llamado mercadito de Paya. También los hay en la salida banileja hacia el sur del país frente al barrio 30 de Mayo y la tienda La Sirena, empresa esta que los ha instalado en el área de parqueo de la avenida Luperón y en otras sucursales.
Pero esa fiebre absurda de instalar ‘reductores’ se extiende a avenidas en la capital.
He consultado varios amigos de esos que viajan por diversos lugares del mundo y esos reductores ( o destructores) no los han visto por ningun lado y definitivamente no son un modelo importado de naciones desarrolladas.
Cambiemos eso, pues.
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Saludos a todos