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Relatos banilejos: Las novenas de la Virgen de Regla



EPO.-Por Fabio R. Herrera Miniño.-
Para la decada de 1950 el fervor religioso en Bani habia ido en aumento con la llegada en 1947 de los padres Scarboro.

Ellos de  inmediato se atrajeron a la juventud que gravitaba en torno al parque Marco A. Cabral. Los padres Scarboro con el padre Lorenzo Hart como párroco  iniciaron una amplia labor de concientización, proselitismo y de actividades para la juventud sin descuidar la parte religiosa.


El mejor ejemplo del aumento de la fe y asistencia a las actividades de la iglesia fue la formación de la Legión de María que atraía a los jóvenes de ambos sexos. El crecimiento de la fe iba en aumento por la asistencia  a las ceremonias litúrgicas. Ya no era la escasa asistencia de personas mayores que se incrementaba en ocasión de las novenas para las fiestas patronales de Nuestra Señora de Regla en el mes de noviembre.


Al inicio de la década de 1950, durante las fiestas patronales, la nave de la iglesia era ocupada en su mayoría por personas mayores y por una feligresía rural muy devota. Esta era muy fiel y apasionada a la devoción mariana de la patrona de Baní. Al poco tiempo, el arduo trabajo de los padres Scarboro se hizo sentir con un paulatino aumento de la presencia de jóvenes  en las ceremonias religiosas y en otras actividades. También llegaban más personas mayores, arrastrados por sus hijos que eran frecuentes en su asistencia a la Iglesia.


Los cultos se veían asistidos por los sacerdotes jóvenes de la orden de Scarboro que llegaban de Canadá recién ordenados y venían a Bani a recibir su entrenamiento práctico y aprender el español. Entre esos jóvenes sacerdotes que llegaban de su país natal venían algunos que eran excelentes  jugadores de beisbol y otros que fueron parte importante del desarrollo de algunas regiones dominicanas. En torno a  1953 llegó a Bani el padre Luis Quinn de grata recordación para Ocoa y para el país. Mas luego llegó  el padre Juan Roberto Smith que participó activamente durante los acontecimientos cívicos a raíz de la muerte de Trujillo y luego en los agitados hechos patrióticos de abril de 1965 y en la región de Yamasá donde fue asesinado el sacerdote Arturo  Mackinnon el 21 de junio de 1965.


La devoción de los banilejos por su patrona Nuestra Señora de Regla se acrecentó en la década del 50 del siglo pasado. La labor de estímulo religioso de los padres Scarboro fue formidable contando con la cooperación de distinguidas señoras muy devotas. Entre ellas se encontraban Elena Mejía, Rosa Rodríguez Vda. Miniño, Idaisa Pesante, Zenaida de Quiterio, Luisa Pimentel, Caridad Pimentel de Alberti, Charito Peña de Pérez, Dolores de Herrera, Angelina Báez de Castillo, Elena Gómez de Miniño. Ellas  estaban dedicadas a resolver  las necesidades de la iglesia y a sus servidores canadienses.

Con la llegada de Noviembre, los banilejos se reanimaban, casi había terminando la cosecha de café, el clima refrescaba con las brisas otoñales y se avecinaban los preparativos para las fiestas del día 21. Se comenzaban a pintar las casas, a limpiar las calles,  arreglar los jardines del parque. Entonces los banilejos estaban pensando en ordenar sus mejores galas para las fiestas y más si la cosecha había tenido buenos rendimientos.

Durante varias décadas era ya una tradición que la banda de música del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Ciudad Trujillo participara en las festividades del día 21.

Durante varios años la banda llegaba en horas de la madrugada del día de las festividades. Despertaba y alborotaba a la población con sonoras marchas marciales y pegajosos merengues.  Mientras tanto la excelente banda municipal  de Bani también recorría las calles con su eterno vals la Vecinita Gentil y con la Nube Gris, ambos de  grata recordación de las generaciones de banilejos.

La presencia de la banda de los bomberos capitaleños el día de la Virgen era por una promesa que su director el profesor Luis Parahoy le había prometido a la Virgen de Regla en los años 30 del siglo pasado. El contaba con el beneplácito de sus jefes José Oliva y Ramón Saviñón Lluberes, ambos de  gran arraigo  en la época de la dictadura. Ya en los años 50 los bomberos con su alegre música llegaban el día antes  en horas de la tarde. Luego realizaban un concierto en el parque central y acompañaba  a la virgen en la procesión por las calles de Bani que se llevaba a cabo el día 21. También participaba la banda municipal.

            Las novenas a Nuestra Señora de Regla se iniciaban el día 11 de noviembre. Ese día en la madrugada la banda municipal de música amenizaba una alegre alborada por las calles céntricas de la población. Ya con la agradable brisa de noviembre en muchos hogares se les ofrecía bebidas calientes a los madrugadores para mantener el ánimo en alto y poder proseguir con su alegre recorrido.


El primer día de las novenas, que se iniciaban a las siete de la noche  con el alegre repiquetear de las campanas, una fervorosa muchedumbre asistía en aquella década del 50 a escuchar el santo rosario, las letanías, a veces prédica y se terminaba con los gozos a la Virgen. En el exterior del templo una compacta muchedumbre  aguardaba el final de la ceremonia para en seguida escuchar la alegre música que era interpretada por integrantes de la banda municipal. Ellos desde el día 11 hasta el día 20 imprimían un ambiente de fiestas a toda la zona de la iglesia y del parque.  Se culminaba con el estallido de los fuegos artificiales.


Luego la entusiasta muchedumbre, en su mayoría jóvenes, se diseminaba por todos los pasillos del parque y en grupos  ocupaban sus ya tradicionales bancos según su actividad e intereses. El banco de herradura de la esquina sureste del parque estaba reservada para los choferes y limpiabotas como su base normal de operaciones para esperar a los clientes que procuraban  sus servicios.


 El día 19 de noviembre ya habían concluido las novenas y el día 20 se reservaba para la tradicional subida de la virgen. Esta  había sido previamente removida de su nicho en el tope superior del altar mayor para engalanarla con su costosa vestimenta con ribetes de oro y plata. Entonces a las once de la mañana del día 20 con la presencia de los sacerdotes, autoridades, feligreses   y la banda municipal se procedía a la subida y su entronización en su nicho y dejarla ahí hasta el día siguiente. Después de la misa solemne y con  el espacio que se les dejaba a los fieles para venerar o solicitarle favores especiales a su  patrona,  la imagen de la virgen se removía de nuevo de su nicho para prepararla para la procesión de la tarde.

 En la década del 50 tanto los días previos  al 21 como este mismo día eran de una alegría contagiosa que exhibían todos los habitantes de la pequeña ciudad que era Bani en ese entonces. Las fiestas se  sucedían en todos los rincones desde el salón principal del Casino de Peravia hasta en muchos hogares que contaban con la presencia de amigos y familiares que llegaban desde otras ciudades del país. Eran escasos los que venían del exterior. La  diáspora banileja no se había expandido como ocurre ahora. Pero ahora ya no hay tantas fiestas de regocijo. Solo la Iglesia conserva las tradiciones de la celebración de las novenas y de la festividad de Nuestra Señora de Regla.  Sin las mismas, en pleno siglo XXI, pasarían desapercibidas en el gran Bani, las celebraciones de las fiestas patronales.



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