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Los republicanos se distancian de Trump y defienden investigar a Rusia

EPO-. Donald Trump afronta las primeras tensiones políticas con su partido a más de un mes para su investidura como presidente de Estados Unidos. El papel de Rusia en las elecciones presidenciales enfrenta al magnate inmobiliario con la cúpula del Partido Republicano en el Congreso y pone a prueba la futura relación entre ambos.
El líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, apoyó este lunes que senadores republicanos y demócratas investiguen conjuntamente las interferencias rusas en los comicios del 8 de noviembre que dieron la victoria a Trump. Su homólogo republicano en la Cámara de Representantes, Paul Ryan, lo secundó al decir que sigue apoyando los esfuerzos de investigación en dicha cámara.
El futuro mandatario niega que Moscú quisiera ayudarle electoralmente y cuestiona los hallazgos de los servicios de inteligencia estadounidenses en esa dirección. Es inaudito que un presidente electo critique a sus futuros espías, que son los que le aportarán información clave en su toma de decisiones.
La Casa Blanca respaldó los esfuerzos de investigación. “Los resultados de esas operaciones de pirateo y filtración formaron parte del debate en los días previos a las elecciones”, dijo el portavoz Josh Earnest en su rueda de prensa diaria, en la que reveló que no hay pruebas de que hubieran ataques cibernéticos el día de la elección. Earnest recordó que la Casa Blanca anunció que iba a llevar a cabo una “respuesta proporcionada” a las acciones rusas durante la campaña, pero evitó aclarar si ya ha tenido lugar.
“Cualquier penetración de nuestro espacio de ciberseguridad es preocupante y condeno intensamente esos esfuerzos”, dijo McConnell en una rueda de prensa. El senador subrayó que “los rusos no son nuestros amigos” y que hay que abordar la investigación desde la asunción de que Moscú tiene malas intenciones. Elogió la labor de la CIA, pero evitó señalar si respalda la conclusiónde la agencia de que el Kremlin quiso ayudar a Trump, que no esconde su admiración por el presidente ruso, Vladimir Putin.

McConnell, cuya esposa ha sido designada secretaria de Transporte por Trump, busca un difícil equilibrio. Fiel a la ortodoxia republicana, critica a Putin y sus ambiciones expansionistas. Pero, como en campaña, evita censurar a Trump. Según el diario The Washington Post, McConnell cuestionó en septiembre la veracidad de las acusaciones de pirateo ruso cuando la Casa Blanca intentó, sin éxito, que legisladores republicanos y demócratas condenaran públicamente cualquier intento de injerencia electoral.
La tormenta política se originó el pasado viernes cuando el Post publicó, citando fuentes de inteligencia, que la CIA cree que Rusia intervino en la campaña para favorecer a Trump. Personas cercanas al Gobierno ruso habrían difundido correos electrónicos robados que publicó la organización Wikileaks y que pusieron en aprietos a la candidata demócrata, Hillary Clinton. Hasta entonces, las agencias de inteligencia habían revelado públicamente un intento de interferencia ruso en las elecciones pero sin precisar cuál era el objetivo.
Ese mismo día el Gobierno de Barack Obama anunció que ha encargado a los servicios de inteligencia un informe sobre el rol de Moscú, que debe estar finalizado antes del traspaso de poderes el 20 de enero. Las informaciones han impulsado el intento de al menos diez senadores republicanos, como John McCain, de investigar las acciones rusas.
El creciente malestar republicano con la afinidad rusa de Trump también se ha evidenciado con las críticas de algunos senadores a la filtración, el sábado, de que el favorito para ser designado secretario de Estado es Rex Tillerson, presidente y consejero delegado del gigante energético Exxon Mobil, y con buenas relaciones con Putin.
En paralelo, crecen las voces demócratas que cuestionan si el Gobierno del demócrata Obama debería haber comunicado públicamente antes de las elecciones las informaciones que apuntaban a que, con el robo de información, Rusia quería ayudar a Trump.
“La falta de respuesta de la Administración ante el pirateo ruso no se puede atribuir al Congreso”, ha dicho Adam Schiff, el demócrata de más alto rango en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes. “La Administración tiene todas las herramientas que necesita para responder. Tienen la capacidad de imponer sanciones, de tomar medidas clandestinas. La Administración ha decidido no utilizarlas de la manera que disuadiría a los rusos, y creo que eso es un problema

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