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EPO-.Por Francis Zambrano Espinoza.- Los 12,8 millones de ecuatorianos habilitados para votar hoy en las elecciones presidenciales tienen un gran reto por delante: continuar los avances políticos y socioeconómicos de los 10 años de gobierno de Rafael Correa o retroceder a la inestabilidad política y precariedad económica de los gobiernos antes del 2007, cuando el candidato de Alianza País llegó al gobierno.
Antes de Correa el país vivió una inestabilidad política que provocó la caída de tres presidentes en 10 años (Abdalá Bucaram en 1997, Jamil Mahuad en 2000 y Lucio Gutiérrez en 2005).
En lo económico, el neoliberalismo mejoró los beneficios empresariales a costa del deterioro de los servicios públicos, se redujo el rol y el tamaño del Estado, se concentró la riqueza, subió la precarización laboral, y a partir del crack financiero (1998-2000) y la pérdida de soberanía monetaria con la dolarización del país, explotó el fenómeno migratorio, resumió el analista Decio Machado para Vientos del Sur.
Revolución Ciudadana. El joven profesor Rafael Correa, cuyo antecedente político fue haber sido ministro de Economía durante cuatro meses en el gobierno de su predecesor Alfredo Palacios, se sumó a la corriente progresista de Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, Uruguay y Nicaragua; planteó una serie de transformaciones políticas (una nueva Constitución aprobada en 2008 que transformó el Estado y retornó la soberanía del país); sociales y económicas (reducción de la pobreza 12 puntos, alta inversión social que creó hospitales, escuelas e infraestructuras viales, aumento de la tasa de matrícula en educación básica de 92% a 96%), resumió Machado.
Pero su gobierno no estuvo exento de dificultades. La eliminación de la base militar estadounidense de Manta (2009), le ganó al apoyo de movimientos sociales y políticos, pero la animadversión de EEUU. Su Revolución Ciudadana lo confrontó como nadie con los medios de comunicación devenidos en partidos políticos, que lo obligaron a proponer una Ley de Comunicación Social y confrontarse con ellos, incluso en tribunales. Además, debió superar un intento de golpe de Estado en septiembre de 2010.
Como país petrolero y exportador de materias primas, la economía ecuatoriana sufrió en los últimos años la caída de los precios del crudo. Se perdieron 340 mil puestos de trabajo y se redujo el poder adquisitivo, lo cual generó un fuerte descontento social que ha sido aprovechado por sus opositores, quienes también sacaron en la campaña electoral la carta de la corrupción, denunciada por el mismo Gobierno.
A lo que Correa ha respondido: “Muestren las pruebas”, y argumentó que lo que buscan es una segunda vuelta electoral ante el favoritismo de su candidato Lenín Moreno (las encuestas le dan entre 28% y 48%) para continuar con su proyecto.
Espejismos. El analista argentino Atilio Borón recientemente alertó respecto a la trascendencia de estos comicios no solo para este país, sino para los gobiernos y pueblos progresistas de Latinoamérica, sobre todo por la arremetida propagandística de la derecha disfrazada de “periodismo independiente”, que se instaló en Ecuador para evitar el triunfo de Moreno.
Afirma que una derrota de Alianza País significaría que la derecha continental tendría las manos libres para asfixiar a Bolivia y provocar “revoluciones de colores” en Venezuela.
Borón resalta que en Ecuador se libra una guerra de desinformación como las que se libraron en Argentina y Brasil, que lograron los triunfos de los derechistas Mauricio Macri y Michel Temer, que en pocos meses destruyeron las política sociales, empleos y salarios para beneficio del capital y en nombre de la estabilidad económica.
Parece cierta la victoria de Moreno, pero podría darse una incierta segunda vuelta electoral el próximo 2 de abril.
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