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EPO-. ITALIA -. Alistair Grimason tenía dos años cuando una bala terminó con su vida. Era el 7 de julio de 2003. Se encontraba dormido en el cochecito, mientras su madre y su abuela disfrutaban de un café en un bar de la ciudad turca de Foca, cerca de Izmir. Allí, mientras discutía con otros presentes, Daimi Akyuz, sacó un arma, e hirió a dos hombres. Una de las balas impactó a Alistair, matándolo al instante.
Al año siguiente, un tribunal lo encontró culpable de homicidio y lo sentenció a prisión perpetua. Sin embargo, la Justicia de Turquía -pese a haber prometido que nunca lo liberaría- decidió concederle su libertad tras 14 años de purga. Akyuz quería casarse y se lo concedieron.
Seis días después de terminar sus días en prisión, en un momento determinado de la boda, mientras todos festejaban, el homicida salió del lugar hacia la calle para fumar un cigarrillo. Estaba pensativo y quería disfrutar un momento a solas. Pero dos hombres en una moto se aproximaron velozmente, frenaron y le dispararon, provocándole la muerte.
David Grimason, padre de Alistair, es británico y ahora vive en East Kilbride. Las autoridades no le habían avisado que el criminal de su hijo había sido liberado, pero le informaron que había sido acribillado en su propio casamiento. No le produjo satisfacción. Él quería que pagara en la cárcel por privarlo de volver a ver a su pequeño de dos años.
"No siento ningún placer en lo que ocurrió. Hubiera preferido que permaneciera en prisión y ser castigado por lo que hizo", explicó Grimason, quien luego del crimen de su hijo dedicó su tiempo a encabezar campañas contra el uso de las armas de fuego.
Luego de la sentencia tanto David como su esposa Ozlem decidieron abandonar Turquía. Recientemente se divorciaron y ella regresó a su país natal, a vivir a la ciudad donde su hijo fue asesinado. Ya no tendrá miedo de cruzarse con el criminal que terminó con la vida de Alistair.
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