EPO.-Científicos y pediatras coinciden en la misma recomendación: durante los primeros meses de vida del bebé la fuente de alimentación más adecuada es la lactancia materna, durante el tiempo que sea posible. Pero ¿qué sucede cuando las madres por distintos motivos no pueden (o no quieren) dar el pecho a su hijo? En estos casos, para un correcto desarrollo físico y neurológico del bebé se prescriben fórmulas adaptadas —de inicio hasta los seis meses y de continuación entre los seis meses y el año de edad—, que en su composición intentan asemejarse a la leche humana.
"Durante los primeros seis meses recomendamos la lactancia materna, siempre que las madres quieran o puedan, y eso es igual aquí, en Australia o en Canadá", señala el doctor Jaime Dalmau Serra, jefe de sección de la Unidad de Nutrición y Metabolopatías. Hospital Infantil La Fe. Valencia. "Pero a partir del quinto o sexto mes puede darse por distintos motivos un déficit de vitamina D, de hierro o de ácido docosahexaenoico (DHA)", que influye, según un estudio del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría, en el desarrollo visual y neurológico.
"El DHA", confirma el doctor Dalmau, coautor del estudio, "es un ácido graso poliinsaturado que no se consideraba esencial hasta ahora, pero que en las investigaciones de los últimos años hemos comprobado que interviene no solo en la formación de membranas neuronales y desarrollo cognitivo del bebé, sino que también tiene importancia en la prevención de enfermedades con raíz inmunológica. Las fórmulas enriquecidas permiten garantizar los niveles necesarios de vitaminas, lípidos y minerales para el correcto desarrollo del niño", argumenta.La duda surge a partir del año de edad, cuando ya se ha introducido alimentación sólida en la dieta del niño y se ha retirado —en la mayoría de los casos— la lactancia materna. ¿Es recomendable una leche de crecimiento en esta etapa? Según el investigador entre los beneficios de este tipo de fórmulas está el de garantizar la aportación de determinados nutrientes necesarios en el desarrollo de los niños.
Exceso de proteínas
Este investigador participó en el comité de expertos nutricionistas y pediatras que elaboraron el Estudio ALSALMA de 2014, con el objetivo de analizar los hábitos de alimentación de niños españoles menores de tres años. Las conclusiones de su informe desvelaron deficiencias en vitamina D (82% de los niños), vitamina E (40%), ácido fólico (entre el 12% y el 15%), calcio (más del 6%) y yodo (entre el 27% y el 31%).
"Aquel estudio, encargado por la Autoridad Europea de Seguridad Sanitaria (EFSA), nos permitió identificar por primera vez qué nutrientes se consumen en exceso y cuáles se consumen de forma deficitaria. No quiere decir que todos los niños españoles tengan desajustes nutricionales, pero sí era un porcentaje significativo. Por ejemplo, observamos que entre el 96% y el 98% de los menores de tres años comían más del doble de las proteínas recomendables para su edad, lo que puede tener consecuencias negativas a medio y largo plazo para su salud". ¿Por qué? "Porque es muy cómodo dar un filete troceado a la comida, algo de embutido o jamón cocido a la merienda, quizás huevo o pescado desmenuzado para cenar. Y todo ello se suma a las raciones necesarias de leche, un alimento que ya tiene un alto contenido en proteínas", explica el médico.
En su opinión, la solución para evitar ese exceso de proteínas sería reducir la ingesta en la dieta sólida del niño: menos gramos de carne, huevos y pescado al día y a la semana, sustituidas por más frutas, hortalizas y verduras. También se puede intervenir reduciendo la cantidad de proteínas habituales en la leche, como por ejemplo mediante leches de crecimiento, con un contenido de proteína adaptado a las necesidades del niño.Otro ejemplo del beneficio de las leches de crecimiento enriquecidas: "Tres vasos de leche fresca de vaca no consiguen aportar la cantidad recomendada de vitamina D o de ácido graso Omega 3 DHA, que se encuentra de forma natural en el pescado"; para este mismo niño que ingiere poco sólido las fórmulas enriquecidas tienen un contenido más alto en estos nutrientes.
"Todo dependerá del entorno y la dieta del niño: no es lo mismo un bebé que crece en invierno en una zona de pocos días de sol —fuente de vitamina D— que otro que nace en Valencia, o que el hijo de un pescador o un carnicero, porque sus dietas y costumbres son distintas. Por eso, las leches adaptadas de crecimiento permiten elegir la composición —con lactosa o sin lactosa, rica en Omega3 DHA, con más o menos hierro— en función de las necesidades o carencias de cada niño".
La clave está en la etiqueta
Actualmente la composición de las leches de crecimiento no está regulada por ley y hay mucha diversidad en el mercado. Por eso, para acertar en la elección es fundamental acudir al etiquetado teniendo en cuenta las características de la dieta del niño. Estas son las cantidades diarias recomendadas de ingesta de los distintos nutrientes esenciales para bebés y niños de diferentes edades:
En general, basándonos en las necesidades nutricionales promedio de la población infantil en España identificadas por el Estudio ALSALMA, estas son las pautas que deberíamos tener en cuenta cuando leamos la etiqueta. Buscamos:
- Menos contenido en proteínas.
- Más contenido en hierro, vitamida D y ácidos grasos Omega 3 DHA.
- Recurrir a la leche sin lactosa —el azúcar natural de la leche— solo en el caso de que el niño sea intolerante.
- Evitar azúcares añadidos.
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