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Elon Musk confiesa que vive el año “más doloroso e insoportable” de su vida

Por JAVI SÁNCHEZ
NUEVA YORK.-Elon Musk ha reconocido al New York Times que en los últimos meses ha estado trabajando del orden de 120 horas a la semana y que apenas ha visto a sus hijos o amigos. En una confesión aterradora, en la que los periodistas señalan que el magnate se vino abajo en varias ocasiones, Musk hablaba de una pesadilla: “Hubo veces en las que no salía de la fábrica en tres o cuatros días. Días enteros en los que no he visto el exterior”. El 28 de junio, el día que cumplió 47 años, pasó el día entero, “las 24 horas” en la Gigafactory, el lugar donde se produce el Model 3 de Tesla que tiene que salvar a la empresa. Dos días después, voló para ejercer de padrino en la boda de su propio hermano: salió de la fábrica, cogió un jet privado, asistió a la boda, voló de vuelta directamente a la fábrica. Nadie, no importa los millones que tenga, puede considerar eso un ritmo de vida normal.
Tampoco es una entrevista normal. Durante una hora, Musk se ha derrumbado frente al New York Times, en una confesión que deja claro que aquel tuit del 7 de agosto era la última de una serie de señales de alarma cada vez más luminosas y ensordecedoras. Potencialmente, puede ser el tuit más caro de la Historia. Y no sólo para Elon Musk.
Porque, ¿cuánto puede costar un tuit? En su caso, algo más de 61.300 millones de euros, 11.000 millones más de lo que vale Tesla en Bolsa a la hora de escribir estas líneas. Un tuit irresponsable, a espaldas de los directivos de Tesla, que algunos miembros del Consejo de Administración de Tesla atribuyen a la combinación de sobrecarga y estrés laborales, insomnio y consumo de zolpidem. Que ha hecho que la poderosa Comisión de Bolsa y Valores estadounidense (SEC) inicie una investigación por posible manipulación del mercado financiero. Un tuit emitido sin pensar tras haber pasado la noche con su novia, la cantante Grimes, mientras iba rumbo -otra vez- a la Gigafactory de Nevada. Este tuit:
AM CONSIDERING TAKING TESLA PRIVATE AT $420. FUNDING SECURED.
— ELON MUSK (@ELONMUSK) 7 DE AGOSTO DE 2018
“Me estoy pensando sacar a Tesla de bolsa a 420 dólares [la acción]. Financiación asegurada”.

El tuit de Musk disparó las acciones de Tesla: de 331 dólares el día anterior a un techo de casi 380, segundo máximo histórico de la compañía y mejor cotización en más de un año. Y abrió la veda sobre dos cuestiones que los que siguen la carrera del empresario nacido en Sudáfrica se plantean cada vez más a menudo: ¿qué está pasando dentro de Tesla? Porque ese tuit se emitió sin que algunos ejecutivos del Consejo de Administración supieran siquiera que esa idea de recomprar Tesla estaba sobre la mesa [en teoría, “esa financiación asegurada” partía de unas negociaciones a finales de julio con uno de los fondos de inversión soberanos de Arabia Saudi, con cerca de 220.000 millones de euros listos para invertir. En la práctica, no estaba tan asegurada como decía Musk].
Su comportamiento errático y su costumbre de soltar ocurrencias apuntadas contra Wall Street (y contra los medios, y contra la competencia, y contra sus propios empleados, y contra submarinistas, y contra…) le han costado miles de millones de dólares a la empresa y han despertado todo tipo de dudas sobre si puede manejar la presión a la que él mismo se está sometiendo.
Sus previsiones desmedidas le han llevado a tener que “vivir” dentro del proceso de fabricación del Model 3 para poder cumplir previsiones. Sus enfados contra los inversores, hastiados con la falta de beneficio de Tesla, le han llevado en los últimos meses a despedir a miles de empleados y, al mismo tiempo, a amenazar con sacar Tesla de bolsa y criticar lo “aburridos” que son esos inversores por esperar beneficios. La pregunta esencial es, ¿está capacitado Elon Musk para seguir llevando el timón de “su” empresa?
La entrevista que publica hoy The New York Times levanta aún más preocupaciones. La batalla prácticamente en solitario de Elon Musk para llevar Tesla por donde Musk piensa que tiene que ir -más SpaceX, más The Boring Company, más Hyperloop, por citar sólo otras tres iniciativas en las que también trabaja- le está pasando factura. Musk, que emprendió este viacrucis personal en primavera, es consciente de que “desde un punto de vista de sufrimiento personal, lo peor está por venir”. Pero es que, por lo declarado en la entrevista, ni siquiera es consciente del problema en el que se ha metido al tuitear, en horas de cotización, que quería recomprar acciones a casi 100 dólares más de lo que valían.
Es posible que Tesla, que ha conseguido al fin sus objetivos de producción del Model 3, el coche “para todos” que tiene que generar una fuente de ingresos y un parque de vehículos constante para la compañía, pueda superar los escollos que tiene en su modelo de negocio. Pero el coste puede ser demasiado elevado para un hombre convencido de que tiene, en solitario, la misión de llevarnos al futuro. Que se niega a delegar. Y que está solo. “¿Hay alguien que pueda hacer mi trabajo mejor que yo?”, concluía en la entrevista, “Le doy las riendas ahora mismo”.  revistavanityfair.es

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