CARACAS (AP) — En medio de la agitación política que asola a Venezuela, es fácil pasar por alto este hito: el vigésimo aniversario de la revolución bolivariana de Hugo Chávez.
El 2 de febrero de 1999, Chávez llegó al poder en la nación petrolera con una feroz retórica antiimperialista a favor de los pobres que inspiraría a los líderes de América Latina y reformaría las relaciones tradicionalmente serviles de la región con Washington. Hoy su sucesor, Nicolás Maduro, enfrenta el difícil reto de garantizar la supervivencia del proceso en medio de una profunda crisis económica y crecientes presiones internas y externas.
Muchos ahora se preguntan cuánto tiempo más puede sobrevivir su movimiento político --el chavismo-- con una economía postrada y con Estados Unidos presionando más que nunca por el cambio de régimen.
Una de las personas que se niega a tirar la toalla es el gobernador del estado central de Miranda, Héctor Rodríguez, el rostro de la próxima generación del partido socialista en el poder cuyo meteórico ascenso podría deshacerse por la crisis actual.
Rodríguez, de 36 años, era un adolescente cuando Chávez tomó el poder. Ahora el joven político y abogado, que durante su primer año de gestión como gobernador ha ganado una reputación de ser abierto hacia el sector privado y conciliador hacia los oponentes, busca respuestas sobre cómo rescatar al país y preservar el legado de Chávez.
En una entrevista con The Associated Press en sus oficinas de la base aérea La Carlota, al este de la capital, Rodríguez aseguró que la salida a la crisis pasa por un reconocimiento de las partes y un diálogo, y admitió como autocrítica que el chavismo se equivocó al menospreciar y golpear a la clase media, que se ha convertido en los últimos años en la principal protagonista de las protestas antigubernamentales.
“No nos gusta hablarle a la clase media. La menospreciamos, la golpeamos discursivamente. Eso es un error que nosotros hemos cometido”, afirmó el dirigente, cuya energía juvenil y lenguaje llano y articulado lleva inevitablemente a compararlo con su contraparte política, Juan Guaidó, jefe de la Asamblea Nacional que se declaró presidente encargado de Venezuela tras acusar a Maduro de “usurpar” la presidencia luego de ser reelecto en los comicios de mayo pasado que según la oposición no cumplieron los parámetros legales.
Luego que la clase media venezolana ayudara a Chávez a llegar a la presidencia debido a un desencanto de los partidos tradicionales, entró en un abierto conflicto con el mandatario y su modelo izquierdista y pasó a convertirse en uno de sus principales rivales.
El chavismo por años desoyó los reclamos de este sector de la sociedad y centró su atención en los mayoritarios grupos pobres, que siempre fueron su principal piso político. Con la profundización de la crisis económica el respaldo a la pobreza se fue erosionando y ese grupo pasó a engrosar los sectores adversos al gobierno, que según las principales encuestas representan alrededor de 80% de la población.
Gustavo Rivera, un desempleado de 58 años, es uno de esos seguidores de Chávez que asegura sentirse hoy decepcionado de la revolución que apoyó hace veinte años.
Sentado en los escalones de su humilde vivienda, ubicada en la populosa barriada de El Valle, al oeste de la capital, Rivero reconoce, con decepción, que con Chávez “estábamos bien”, pero refiere que ahora con Maduro “las cosas van muy mal y los venezolanos lo que hacemos es sobrevivir”.
“Hoy no tenemos nada que celebrar”, agregó.
Rodríguez no menciona porcentajes al hablar del bloque que respalda al gobierno, pero asegura que el chavismo es una “fuerza política”, y sostiene que la oposición comete un error al desconocerlo.
Al referirse a Guaidó, quien al igual que él forma parte de la generación de jóvenes oficialistas y opositores que irrumpió en la política en 2007 tras unas protestas antigubernamentales, el gobernador afirmó que el jefe de la Asamblea Nacional comete un error al “verse completamente dirigido por Estados Unidos”, y lo señaló de actuar violando la constitución y de dar un golpe de estado.
Al reflexionar sobre el difícil momento que afronta el chavismo, el dirigente reconoció que “tenemos grandes debilidades en la capacidad gerencial... tenemos grandes debilidades en cuadros medios y altos que se nos corrompen”.
A pesar de las fallas Rodríguez sostiene que el proyecto chavista es el “correcto”, pero admite que si no se corrigen los errores “no vamos a tener estabilidad en el tiempo”.
Algunos analistas han planteado que el chavismo podría promover una renovación interna, que pase por salida de Nicolás Maduro de la presidencia, para superar la crisis y lograr la supervivencia del proceso. El gobernador del estado Miranda negó esa opción e indicó que “nuestra principal fortaleza es la unidad. Por eso nosotros no discutimos el liderazgo”. Asimismo, planteó que la renovación a la que apuesta el oficialismo no es la de cambio de caras sino de las políticas.
La carrera de Rodríguez dentro del oficialismo arrancó en 2008 cuando Chávez lo llamó a ingresar a su equipo para ocupar el Ministerio de la Secretaría de la Presidencia y le dio la tarea de formar el movimiento juvenil dentro del partido de gobierno.
Luego pasó por los ministerios de Deporte, Juventud y Educación, y en 2016 fue electo diputado. El chavismo le asignó a Rodríguez la difícil misión de dirigir la fracción oficialista en un Congreso, que por primera vez en más de una década era controlado por la oposición. Un año después, el joven político fue elegido gobernador del estado Miranda por un margen diminuto.
Rodríguez es visto como un hombre muy cercano a Maduro, y así se ratificó la semana pasada cuando apareció junto a un pequeño grupo de dirigentes acompañando al mandatario desde el balcón presidencial cuando rompió relaciones diplomáticas con Washington luego de que Guaidó se declarara presidente interno. En el caso de una transición política, muchos esperan que el joven dirigente juegue un papel clave.
“La oposición lo ve como alguien con quien pueden negociar”, dijo Luis Vicente León, presidente de la encuestadora local Datanálisis.
Esta semana Maduro sufrió, en pleno arranque de un controvertido segundo sexenio, un duro golpe tras las sanciones que impuso Washington a la corporación estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), que genera la principal fuente de ingresos en divisas del país.
La posibilidad de que el gobierno venezolano pueda superar la difícil coyuntura generada con las nuevas sanciones y la creciente presión interna y externa aún resulta una incógnita.
Al respecto, Rodríguez reconoció que la situación es “muy compleja”, pero descartó que eso pueda llevar al chavismo a rendirse. “Nosotros vamos a luchar. No queremos que esa lucha sea en el plano de la violencia. Queremos que sea una lucha además con la constitución”, acotó.
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