REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Abel Aparicio, un boxeador mexicano que vive en Estados Unidos de manera irregular desde hace 16 años, se enfrenta a un proceso de deportación que podría separarlo de sus hijos, que sí son ciudadanos estadounidenses.
A mediados de julio, este hombre de 29 años residente en Atlanta (Georgia) se fue a Florida con unos amigos y, cuando la Policía detuvo su vehículo, esas vacaciones se convirtieron en una pesadilla.
Uno de los agentes apreció que la luz de la placa del coche estaba apagada y solicitó los documentos a sus ocupantes. Todos enseñaron su licencia de conducir menos el púgil, que mostró una identificación de México.
El delito de ser ilegal en EE.UU.
Los oficiales pidieron a Aparicio que saliera del auto y le dijeron que se pondrían en contacto con otra persona. Nunca le explicaron que llamarían a la Patrulla Fronteriza, que le arrestó y dejó bajo la custodia de la Policía de Inmigración estadounidense.
El boxeador pensó que le citarían en una corte o le pondrían una multa por romper las leyes migratorias, pero le enviaron a un centro de detención por “ser ilegal aquí”.
Tras pasar 10 días retenido, salió en libertad bajo fianza y ahora afronta un largo y complicado proceso que puede terminar con su deportación.
“Desprecio hacia el inmigrante indocumentado”
Casos como este, que no son fruto de redadas planeadas o arrestos criminales, obedecen a un racismo sistémico en el que quienes son más oscuros o parecen más hispanos “corren un riesgo más grande”, opina el abogado Wilfredo Allen.
De hecho, este letrado considera que el Gobierno del presidente Donald Trump “ha despertado cierto desprecio hacia el otro; especialmente hacia el inmigrante indocumentado”.
Pese a la incertidumbre y el miedo, Abel Aparicio no se rinde y asegura que peleará para que “se haga justicia; no solo para mí, sino para muchas personas que están encerradas por la misma situación” y “no son criminales”, sino que “solo buscan un futuro para su familia”.
0 Comments:
Publicar un comentario
Saludos a todos