El mejor periodista dominicano no es aquel que anda en carro de lujo con chófer y seguridad o haciendo alarde de tener reloj y lente de Cartier, o ser el propietario de una mansión en la Castellana o una villa en Cap Cana y que según narra entre ambas cuestan tanto dinero que el infortunado se le dificulta explicar como lo obtuvo..
El mejor periodista dominicano es aquel que no se vende como una prostituta a cambio de tergiversar los hechos, o como aquel que despotrica a su clase para defender una posición política por la prebenda que recibe.
Hoy en día, es difícil encontrar un espécimen que reúna las condiciones enumerada en el párrafo mas arriba, pero de que los hay, los hay, a ese periodista usted jamas lo va ver vanagloriándose de su riqueza porque na la tiene, y es difícil; él mismo dice que es muy difícil que en esa profesión u oficio se consiga dinero para gastar en demacia, razón por la que al periodista que me refiero todavía anda a pie por que su esposa lo convenció para que vendiera su único medio de transporte, se deshizo de la motocicleta por el peligro que representa este tipo de transporte, otros tienen un anafe al que le llama automóvil que le da tanto problema o mas que lo que le da un sueldo cebolla a un policía.
Ese periodista no es muy conocido porque no asiste a los grandes eventos que organizan las autoridades, en mucho caso para proponerle se convierta en bocina de su gobierno..
A ese trabajador de la prensa no lo invitan a los almuerzos pomposo que ofrecen en hoteles cinco estrellas por que su única dos chaquetas han acabado con la vida de docena de pantalones, y por qué el medio al que él representa es considerado un Periódiquito de poca monta donde los funcionarios no van.
El periodista al que hago referencia aun tiene sus hijos en la escuela publica, no tiene domestica en su casa y vive alquilado en uno de esos barrios de la parte alta de la ciudad, tiene el seguro Senasa para cualquier contratiempo, aun con esas precariedades se le ve caminar por esas calles de Dios, eso si anda erguido con su Nikon a cuesta y exhibiendo con orgullo su carnet de periodista colgado en el cuello. En la parada de la Onza espera con tranquilidad, lo hace con la frente en alto y se siente feliz conversando con los sudorosos obreros que regresan cansado de la faena, allí se siente orgulloso por que ni siquiera dentro del verde autobús encuentra a alguien que se atreva a señalarlo y mucho menos acusarlo de ser un comunicador bocina, ladrón o un corrupto.
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Saludos a todos