Ferreira protagonizó una batalla en Portugal para conseguir que la inseminación post-mortem fuese legalizada, después de que su marido Hugo falleciese de cáncer en 2019, tras dejar por escrito su deseo de que su mujer tuviese un hijo con el semen que crio preservó todavía en vida.
Sin embargo, este tipo de inseminación no era legal en Portugal.
La historia fue divulgada en 2020 en una serie documental de la cadena lusa TVI y consiguió movilizar a más de 100.000 personas para que firmasen una petición para que la propuesta fuese discutida en el Parlamento.Tras varios proyectos de diferentes partidos, y con un veto presidencial de por medio, la inseminación post-mortem entró finalmente en vigor en Portugal en noviembre de 2021.
La norma permite que una mujer sea inseminada con el material genético de su pareja fallecida "en los casos de proyectos parentales expresamente consentidos" y en un periodo de entre seis meses y tres años tras la muerte.
Si el proceso culmina con el nacimiento de un bebé, es considerado hijo del fallecido a nivel legal.
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