Desde que el martes el Tribunal Constitucional ordenara la libertad inmediata de Fujimori, en una la resolución firmada por tres de sus actuales seis miembros, con el voto dirimente del presidente del organismo, Francisco Morales, el país esperaba si el Gobierno iba a acatar esta decisión judicial, o si iba a prevalecer lo solicitado por la CorteIDH.
Este tribunal había publicado una resolución en la que requería al Estado peruano que se abstenga de liberar al exgobernante, con el fin de garantizar la justicia para las víctimas de violaciones a los derechos humanos.
El Gobierno, horas después de la liberación del expresidente, emitió un breve mensaje a través del canciller, Javier González-Olaechea, y el ministro de Justicia, Eduardo Arana, en el que ratificó su adhesión a la Convención Americana sobre Derechos Humanos (conocido como Pacto de San José), y señaló que había acatado una sentencia del TC.
Finalmente, Fujimori, de 85 años, abandonó la tarde del miércoles el penal de Barbadillo con unas gafas nasales que proveen de oxígeno y con una mascarilla.
Nada más salir del centro penitenciario abrazó a su hija, Keiko Fujimori, la líder del partido fujimorista Fuerza Popular, y a su hijo Kenji.
Y cuando el ex jefe de Estado dejó atrás el último control del penal, decenas de seguidores que lo esperaron durante toda la jornada lo recibieron con vítores, música y fuegos artificiales.
La expectación de su liberación era tal, que el coche se quedó retenido durante cerca de 30 minutos sin apenas poder avanzar por las calles próximas, rodeado de seguidores, policías y prensa que rodearon el vehículo.
Más tarde, sus hijos agradecieron a las puertas del domicilio de Keiko al expresidente Pedro Pablo Kuczynski, quien otrogó el indulto a Fujimori en 2017 por motivos de salud.
0 Comments:
Publicar un comentario
Saludos a todos