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El día después: Irán aparece menos amenazante e Israel parece más poderoso

Por Ricardo Israel

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Un sistema antimisiles opera después de que Irán lanzó drones y misiles hacia Israel, visto desde Ashkelon, Israel, el 14 de abril de 2024. REUTERS/Amir Cohen

En ningún caso fue el inicio de la Tercera Guerra Mundial, toda vez que lo mismo se dijo que podría ocasionar la contraofensiva de Israel en Gaza después del 7-X, y nada de ello pasó. Lo que sí podría estar demostrando después de seis meses, que lo que era una guerra más entre Israel y los palestinos ha mutado en una Jihad encabezada por Irán, contra todo lo que representa la idea misma de Occidente, incluyendo la herencia judeocristiana y el proceso histórico a partir de la ilustración, lo entiendan algunos o muchos de los lideres de estos países.

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El domingo 14 de abril 170 drones, 30 misiles cruceros y de 120 balísticos fueron disparados desde Irán hacia Israel. No solo no hubo pánico en Israel sino tampoco se produjo la saturación de la magnífica defensa de Israel que no solo respondió bien, sino que hizo historia, ya que no existe registro militar alguno que sea comparable a lo que se presenció con una tasa de rechazo del 99%, toda vez que no hubo penetración del espacio aéreo de Israel, siendo derribados la mayoría de ellos antes de acercarse siguiera a ese territorio. Fracasaron drones y misiles iranies, aunque Amina, una pequeña niña árabe-israelí de 7 años lucha por su vida.


 

En todo caso, Irán por vez primera atacó desde su territorio a Israel y no a través de sus proxys que de ellos dependen. El genio salió de la botella, significa, por lo tanto, que, en el futuro, cuando Israel sea atacado por Hamas o por Hezbolá por instrucciones del régimen persa, ¿es que Israel queda facultado para atacar directamente a quienes dieron la orden en Teherán?

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Ayer fue un proceso colaborativo, donde EE. UU. y el Reino Unido interceptaron proyectiles, Francia y Arabia Saudita ayudaron. Aún más importante, por instrucciones del Rey, la Fuerza Aérea de Jordania, país vecino, interceptó proyectiles que iban camino a Israel.

 

Desde que su principal teórico Carl von Clausewitz publicara en 1832 su obra “De La Guerra” en alemán, sabemos que es la continuación de la política por otros medios. Por ello, aun mas importante es que después de muchos desencuentros volvieron a encontrarse en la misma posición y sintonía Estados Unidos e Israel, como también que desde Europa surgieron palabras de apoyo que han escaseado por años, al igual que de condena al ataque iraní desde países latinoamericanos inesperados, y hasta del teclado de personajes como Josep Borell, Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, claramente alejados de cualquier simpatía hacia Israel o los judíos.

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Tanto la invasión de Israel por Hamas el 7 de octubre y el envío de más de 300 artefactos aéreos desde Irán son declaraciones de guerra, toda vez que lo de Teherán no fue solo la respuesta a un ataque previo de Israel. La diferencia radica en que la muerte de los generales en Damasco fue como consecuencia de un ataque militar a un blanco militar que estaba preparando otro ataque mas a Israel, mientras que drones y misiles que se dirigían a territorio israelí eran ataques indiscriminados a objetivos civiles, y que la matanza fue evitada solo por una defensa aérea que en su comprobada eficacia probablemente no es comparable con otros países. Un ejemplo de ello se encuentra en Europa, donde Ucrania es bombardeada diariamente por Rusia con drones y misiles similares, para los cuales prácticamente no tiene adecuada defensa.

¿Por qué actuó así Irán? La respuesta la encontramos en lo por ellos declarado, que lo hicieron para “proteger sus intereses”, y ello, pasa por haber conducido a sus protegidos, los llamados “proxys”, que han estado atacando a Israel desde hace años, financiados y armados por los ayatolas, Hezbolá en el Líbano, Hamas en Gaza, los hutíes en Yemen, otros grupos en Siria e Irak. Se sabia que esta vez atacaba directamente y no por intermedio de otras personas, tanto que EE. UU., Europa, Rusia, China, India y otros le habían pedido a sus nacionales que abandonaran el medio oriente. Se sabía que venía la respuesta iraní, pero se ignoraba la forma.

Pero lo hizo con todo cuidado, envió drones y misiles que se demoraron horas en llegar a Israel, y después que fracasaran en su cometido Teherán cantó victoria, dándose por satisfecha y la misión de Irán ante la ONU dijo que la acción militar contra Israel había “concluido”. Toda esta puesta de escena recuerda lo que ocurrió cuando la administración Trump asesinara en Irak al general Qasem Soleimani el 3 de enero de 2020.

Allí también se puso en acción lo que se conoce técnicamente en estudios estratégicos como “escalar para desescalar”, es decir, anunciar un gran golpe, pero se hace con cuidado para no provocar daños mayores, para así forzar al adversario a no seguir adelante. Con Soleimani hubo algunos actos menores en Irak, nada en Estados Unidos, y después la venganza fue convenientemente olvidada.

Al respecto, algo similar se vivió en enero de este 2024, cuando hubo atentados terroristas en Sistan-Irán que fueron atribuidos a Israel. Sin embargo, la autoría fue reconocida por un grupo sunita que desde Pakistán reivindica la provincia de Beluchistán. Irán castigó atacando la provincia pakistaní donde residen. Como respuesta, Pakistán, país atómico y musulmán respondió con más misiles en cantidad y poder, con lo que Irán se detuvo, en otra demostración de “escalar para desescalar” y de como no sigue confrontando a quien es mas poderoso.


Una batería del sistema israelí de defensa antimisiles Domo de Hierro, desplegado para interceptar cohetes, en Ashkelon, en el sur de Israel. (AP Foto/Ariel Schalit, Archivo)

En resumen, amenazante y mucho en las declaraciones, pero no en las acciones, ya que el régimen de los ayatolas actúa incluso con crueldad contra quien percibe como débil, partiendo por su propio pueblo.

Algo de eso hemos presenciado en el día de ayer en el ataque con tan pobre resultado en Israel, exactamente lo anticipado por quienes saben de estas materias en academias militares y en universidades. Fue un ataque frustrado, un objetivo éxito israelí además de un raro éxito político, extremadamente escaso en aquello donde más falla Israel, es decir, lo político y lo comunicacional. Nada menos que Europa se unió al apoyo de EE. UU., y también algo menos sorpresivo en la comprensión que mostró Rusia, toda vez que tuvo un muy buen entendimiento con Israel durante la guerra civil de Siria, a pesar de estar en bandos rivales. Y aun mas extraño, la gran prensa internacional citaba la información entregada por Netanyahu y el contraalmirante Daniel Hagari, portavoz de las fuerzas armadas de Israel, en vez de hacerlo, como estaba siendo habitual, con la que proporcionaba tanto el régimen de los ayatolas como Hamas.

Esta vez, además se destacó al sistema Hetz-Arrow (flecha en hebreo e inglés), pieza importante en el éxito logrado, ya que al igual que otras piezas de la industria militar israelí fue capaz de destruir drones y misiles a larga distancia, reduciendo el riesgo de escombros cayendo en áreas pobladas.

Sin embargo, desde el punto de vista de Israel y su disuasión estratégica, contrario a lo que pudiera pensarse Irán si obtuvo una victoria, y no menor, ya que por primera vez se atacaba a Israel desde territorio iraní con una carga que probablemente hubiese causado gran destrucción en otro país, y que potencialmente podría llegar a Europa, porción del mundo que no demuestra igual voluntad para la guerra.

Por lo tanto, se había borrado una línea roja que Teherán nunca había cruzado hasta ahora, toda vez que, en los últimos años, ha habido variados enfrentamientos en suelo de Siria, donde Irán ha sufrido muchas derrotas, y nunca había respondido en suelo israelí. Tampoco lo había hecho en los reiterados ataques que Israel ha hecho en territorio iraní para afectar y demorar el programa atómico, como ataques a los responsables científicos y militares, incluyendo ejecuciones.

Es decir, desde el punto de vista de la credibilidad estratégica de Israel no es menor lo ocurrido, y para recuperar la disuasión no basta exhibir el fracaso del régimen de los ayatolas, toda vez que en el medio oriente se premia la fortaleza y se castiga la debilidad, la razón detrás del actual muy buen escenario entre el mundo árabe e Israel.

Si Israel puede mirar con optimismo a su relación con el mundo árabe sunita es claramente por Irán y el temor que les causa la bomba atómica iraní, y como desconfían de que EE. UU. los quiera defender, evidenciado con el retiro iniciado por Obama. Esos países árabes creen que Israel posee la voluntad de confrontar a Teherán y hacer todo lo que esté a su alcance, incluyendo el ataque militar para evitar que tengan armas nucleares.

Es también el motivo por el cual Israel va a intentar destruir a Hamas y se diga lo que se diga en el resto del mundo, va a continuar a Rafah, ya que no hacerlo sería perder toda credibilidad estratégica con el mundo árabe, donde ha encontrado mayor comprensión que en Europa y por cierto, en la ONU. Sobre todo, por parte de aquellos países árabes como Egipto que con la Hermandad Musulmana han sufrido a movimientos muy similares a Hamas, lo que por lo demás, explica porque tienen un cerco total a Gaza, más duro que el que Israel tenía el 7 de octubre.

Todo lo que ha acompañado la guerra de Gaza confirma lo que ha estado ocurriendo, a partir del alejamiento de EE. UU. del medio oriente para priorizar su disputa con China en Asia. Este nuevo escenario también se refleja en el apoyo recibido desde diversas capitales árabes en estos días de confrontación con Irán, ya que en ningún país árabe con el que Israel tiene hoy algún tipo de relación se han vistos manifestaciones de antisemitismo similares a las que se presencian en Europa, EE. UU. o Chile. Tampoco de sus lideres o cancillerías han surgido declaraciones tan antisemitas como desde Irlanda, España o Chile.

 

Por ello, Israel no puede darse por satisfecho con lo que ha ocurrido, ya que su credibilidad estratégica está en cuestión, y lo seguirá estando mientras por un lado no culmine la guerra de Gaza, o si Irán logra relativizar a quien perciben las masas como ganador o perdedor, ya que el empate es un concepto más bien extraño al medio oriente, y de partida, siempre temporal.


El embajador de Israel ante las Naciones Unidas, Gilad Erdan, muestra un vídeo de los ataques con misiles mientras habla con miembros del Consejo de Seguridad durante una reunión sobre la situación en Oriente Medio en la sede de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York, Nueva York, EE.UU., el 14 de abril. 2024. REUTERS/Eduardo Muñoz

Las preguntas adecuadas son que hará Israel y si reaccionará ahora o después, y cómo reaccionará.

Al respecto, los siempre conveniente trascendidos periodísticos que han salido de Washington, nos dicen que la Casa Blanca habría convencido a Israel de no responder a los ataques de Irán para evitar una guerra mas amplia.

De ser así, habría que recordar una vez mas las enseñanzas de Clausewitz que una guerra es la continuación de la política por otros medios, ya que EE. UU. es el aliado imprescindible para Israel, y que siempre le convendrá más tenerlo al lado que al frente. Por su parte, también Washington ha aprendido la enseñanza de las memorias de Kissinger, que, a pesar de las discrepancias y diferencias, mejor le iba a la potencia cuando cooperaba con Israel en vez de confrontarlo.

Es en ese sentido, que de ser verdad lo que han publicado diarios como el New York Times, por ahora, a Israel le conviene mas reforzar la alianza con EE. UU. que atacar territorio iraní, demostrado como quedó que hoy en términos convencionales, que Teherán es un rival de menor nivel. Por lo demás, en esta guerra de baja intensidad que sostienen ambos, el enfrentamiento continuará con los instrumentos que Irán tiene en Hamas, la Yihad Islámica, Hezbolá, Hutíes y otros, además, que Israel continuará atacando a la Guardia Revolucionaria para evitar que Siria sea convertida en un nuevo el Líbano, propósito para el cual ha mantenido y seguirá manteniendo una buena relación con Putin, sin sumarse a embargos otros que no sean los de armamentos.

Por lo tanto, Israel no tiene alternativa, sino seguir intentando destruir a Hamas, sin lo cual simplemente no habrá alianza con países árabes como tampoco es practicable la idea que EE. UU. tiene para el futuro de Gaza si Hamas no pierde el control del enclave.

Por su parte, Israel no puede dejar de confrontar a un régimen teocrático y tiránico, cuya Revolución islámica desde 1979 habla abierta y oficialmente de la destrucción de la “entidad sionista”, lo mismo que hace Hamas desde su fundación, ya que lo de ambos es la Yihad universal, para la cual la desaparición de Israel no es sino el primer paso.

¿Qué puede hacer Israel por Joe Biden? Dos cosas. La primera tener el mayor cuidado en el ingreso a Rafah, para evitar que los demócratas pierdan el voto, tanto árabe como musulmán, clave en las posibilidades electorales para una contienda presidencial que hoy pierden, y por el otro, lado, por ahora (y enfatizamos el “por ahora”) no atacar territorio iraní, pero continuando con los enfrentamientos en el Líbano y también en Siria, donde el rival sigue siendo la Guardia Revolucionaria, el mayor poder detrás de los ayatolas, quienes harán todo lo posible para seguir usufructuando de la base de su poder, que es la República Islámica de Irán, cuando hoy, países árabes piensan que solo Israel tiene la voluntad y además el poder de confrontar a los ayatolas que tanto miedo les causan.

Al parecer, Israel ha entendido que el interés de la Casa Blanca es que no exista una conmoción tal, que cree una crisis energética o económica que dispare el precio del petróleo, y, por lo tanto, haga imposible la reelección de Biden, que puede ser también la razón por la cual la que es todavía la primera potencia del mundo no ha recuperado la disuasión que alguna vez tuvo, y que hoy, significaría confrontar a Irán.

Parece impropio de una superpotencia, pero es eso lo que por, sobre todo, no quieren que Israel haga, es decir, afectar las posibilidades de los demócratas en la contienda presidencial. Por lo tanto, no fue algo menor, que aunque haya fracasado, el régimen de los ayatolas haya decidido atacar “en defensa de sus intereses” por primera vez desde territorio iraní, cuando pudieron haber continuado atacando, tal como lo han hecho en forma continua desde hace años en Gaza (Israel se retiró el 2005), Líbano (se retiró el 2000), Yemen (nunca ha dominado allí), Siria y otros lugares, por grupos dependientes de Teherán, que como Hamas y el 7 de octubre, ataques que no se pueden hacer sin el apoyo de la revolución islámica.

Probablemente los ayatolas interpretaron mal las diferencias internas de Israel, habituales en democracia, y no entendieron la unidad esencial que existe en torno a los objetivos frente a Hamas y a la República islámica, el verdadero huevo en la serpiente, como tampoco comprendieron bien las diferencias entre EE. UU. e Israel. Por lo tanto, después que fuera atacado desde territorio iraní, ¿sería correcto interpretar ese ataque como un cambio de las reglas del juego, que facultarían a Israel a responsabilizar a Teherán por dar las ordenes?, cuando reciba esos cotidianos ataques a civiles que se ejecutan por Hamas o Hezbolá por instrucciones iraníes.


Una mujer pasa junto a un mural que representa al presidente estadounidense Joe Biden como un superhéroe que defiende a Israel en una calle de Tel Aviv, Israel, el domingo 14 de abril de 2024. (Foto AP/Leo Correa)

Israel esta preparado para seguir combatiendo en varios frentes, y de hecho, ello es posible porque ya ganó en Gaza. Probablemente va a salir fortalecido, tanto en su unidad interna como en lo militar, y los ayatolas siguen con la necesidad de proteger su control sobre Irán, sin lo cual son esencialmente impotentes para promover la Yihad universal contra occidente, que ha partido combatiendo al mundo árabe sunita y a Israel.

Mucha tranquilidad se notó y se nota en Israel, acostumbrados como están a ataques desde 1948, aunque el espacio ganado en el medio oriente, lo ha logrado gracias a una característica que a Europa y a EE. UU. le cuesta entender que es una zona donde la fuerza de respeta, y también donde las alianzas pueden cambiar con rapidez.

Al respecto, y a propósito del acercamiento entre el mundo árabe e Israel, en relación con lo que hiciera Jordania, me he acordado de una visita a Israel en los inicios del siglo XXI, antes de la segunda invasión de Irak, cuando una reunión especial del Comité de Fuerzas Armadas y Sociedad de la International Political Science Association tuvo lugar en el Kibutz donde murió David Ben-Gurión, el padre del Israel moderno.

En esa oportunidad, uno de los encuentros organizados por el capítulo israelí del Comité, fue en la Escuela de Oficiales del Ejército. Allí, académicos israelíes expresaron su molestia con los oficiales que hacían la presentación, y lo estaban, porque a su juicio no se estaba hablando con la verdad sobre los desafíos militares de Israel en el siglo XXI.

Como muchos habían servido bajo las órdenes de esos académicos cuando eran altos oficiales en su vida anterior, cambiaron los mapas y también el tono de la presentación, escuchándose a partir de entonces que el verdadero y único rival militar de Israel era Irán, que Irak ya no lo era porque se había deshecho de las armas de destrucción masiva y que entre los motivos por los cuales Israel podría ir a la guerra, figuraba que en Jordania se intentara derrocar a la monarquía hachemita, lo que nunca antes había escuchado.

Las realidades pueden cambiar con rapidez en el medio oriente, y hoy se podría acercar un nuevo cambio, si es que se concreta esta alianza entre Israel y países árabes sunitas, cuya señal seria lo que Irán quiso impedir al impulsar la invasión de Hamas el 7-X, el origen de la actual guerra de Gaza, y de rehenes ya casi olvidados, cual lo fue el declarado motivo de impedir la firma de un acuerdo de paz entre Israel y Arabia Saudita.

A mi juicio el mejor escenario para Gaza es la participación de países árabes sunitas en apoyo a la Autoridad Palestina que favorecen EE. UU. y Europa, superior a la participación occidental o de la ONU. Para ello, Israel necesita derrotar totalmente a Hamas como alternativa militar. Igualmente se requiere que siga confrontando a Irán, otra condición que necesitan esos países árabes para seguir aportando tiempo y recursos para la solución de los dos estados, por fin, lo que en el pasado se le ha rechazado a Israel, un estado al lado del otro, y no uno en vez del otro, como prefieren Irán y Hamas al postular la desaparición de Israel.

Falta también que se entienda que la lucha no es solo de Israel, sino de la propia idea de occidente frente a un irán que quiere seguir adelante con su Yihad contra lo que representa la herencia a la vez grecorromana y judeocristiana.

Es eso lo que se lucha, no la tercera guerra mundial, solo que por ahora Israel en Gaza es la primera batalla.

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