Las ocurrencia de Luisin
Al pastor Carlos Peña, La Fe no es caminar sobre las aguas es salirse de la barca a sabiendas que no te hundirás.
Lo peor es una sociedad manipulada por políticos.
ACLARACION: Cuando lean la definición de totalitarismo, mucho pensaran que lo hago buscando dadivas o porque soy una bocina de esas que recibían favores o se le pagaba, y bien pago para defender al gobierno de turno diciendo una sarta de mentiras, pues se guayaron lo que así piensan, nadie me paga por esto, solo pretendo que la gente no se confunda por lo dicho por el pastor e Ing. Carlos Peña un hombre que dice ser seguidor de Jesucristo, pero un seguidor de Dios no miente, y el señala que Luis Abinader encabeza un gobierno totalitario. Cuando lean esta publicación se darán cuenta que no es así, que el pastor lo que está es confundido, y mas contrariado estará cuando se aproximen las elecciones del 24 porque como se ven las cosas este señor quedará como perico en la estaca.
Ramon Sánchez.
¿Qué es el totalitarismo?
El totalitarismo es una forma de Estado en la que un único partido político gobierna con poder absoluto sin ningún tipo de limitaciones. El concepto de totalitarismo define a estados, ideologías, agrupaciones o movimientos donde se priva de la libertad, y mediante el cual el Estado concentra todos los poderes de manera total sin respetar divisiones ni derechos individuales. El totalitarismo es un régimen (no es una ideología política per se) en el que todos los poderes recaen en un único partido político. Mediante diferentes medios y estrategias, el régimen clausura o suspende al resto de los partidos políticos.
La figura de un líder o un presidente del partido resulta clave en este tipo de regímenes y su oposición representa la encarcelación, represión o muerte.
Durante el ejercicio de estos gobiernos existe el abuso de poder, la ausencia de los derechos humanos, el dominio de los medios de comunicación y la intervención del sistema educativo, a fin de formar y moldear a la sociedad con los diversos mecanismos de control para que obedezca las órdenes del líder.
Ver además: Fascismo
Características del totalitarismo

El totalitarismo se caracteriza por:
- La gobernación de un único partido político.
- La imagen de un líder fuerte y glorificado desde la propaganda política.
- La falta de división o separación de poderes del Estado, por eso se llama «Estado totalitario».
- La falta de derechos individuales, de libre opinión o de intervención en la política para cualquier ciudadano.
- La falta de libre elección de culto y de educación (prácticas sometidas al régimen de turno).
- El abuso de la propaganda política y de los medios de comunicación masivos, con fines estratégicos para ejercer el control y la represión social.
- La censura de la opinión pública y de cualquier tipo de información en los medios de comunicación que no provenga del Estado.
- El control y el manejo de la economía por parte del Estado, que se apodera de las propiedades privadas y de las corporaciones de la Nación.
- La adopción de ideales políticos, ya sea de izquierda o de derecha, para ejercer el régimen totalitario (no es una ideología de por sí, es un modo de gobernar bajo determinados ideales).
Ejemplos de Estados totalitarios

Algunos ejemplos de Estados totalitarios a lo largo de la historia son:
- El nazismo. Tuvo lugar a partir de 1933 en Alemania, encabezado por el Adolf Hitler, quien ya era jefe de partido nazi desde 1921. La cruz esvástica y el terror, fueron los grandes símbolos del régimen que pretendía crear un Estado «racialmente puro» y provocó el mayor exterminio sistemático de la historia hacia diferentes grupos sociales: el holocausto al pueblo judío (que dejo alrededor de 6.000.000 de muertos) y de otras víctimas como rusos, polacos, ucranianos, serbios, gitanos, franceses, belgas, personas LGBT (lesbianas, gais, bisexuales o transgénero), discapacitados mentales o físicos, prisioneros de guerra, testigos de jehová, musulmanes y cualquier otra minoría (alrededor de 11.000.000 de muertos). El nazismo culminó en 1945 con el fin de la Segunda Guerra Mundial.
- Fascismo de Musollini. Tuvo lugar a partir de 1922 en Italia (durante el período entre guerras). Era un régimen militar antiparlamentario, antidemocrático, nacionalista y con tendencias imperialistas. Benito Musollini se convirtió en el líder dictador, que ejerció la violencia, cerro el parlamento en 1925, realizó un pacto con la Iglesia Católica quien podría ocuparse de la educación a cambio de que acepte la dictadura de Mussolini y mantuvo y un sistema económico corporativista (en manos del Estado). Su mandato cayó en 1943 dejando 460.000 muertos, caso un millos de heridos y 530.000 prisioneros.
- El Estalinismo. Tuvo lugar a partir de 1929 e la Unión Soviética y estuvo encabezado por el tirano Lósif (Joshef) Stalin, que comenzó su ejercicio liquidando a los «campesinos prósperos» a fin de que el estado controle la agricultura. Millones de personas murieron de hambruna y Stalin acusó a los ucranianos de fracaso de su propia política por lo que selló las fronteras con Ucrania y desencadenó matanzas masivas. Tras una sangrienta represión y enormes sacrificios impuestos a la población, Stalin convirtió Rusia en una potencia económica y militar. La URSS formó parte de Los Aliados (junto con EEUU. Inglaterra y Francia) en la Segunda Guerra Mundial. Stalin ejerció su gobierno hasta su muerte en 1953.
Diferencia entre autoritarismo y totalitarismo

Aunque el autoritarismo y el totalitarismo parezcan conceptos similares, existen diferencias. El autoritarismo es un régimen de gobierno en el que una sola persona o dictador, establece las medidas a tomar y decide por sobre la mayoría (en lugar de basarse en una ideología a través de un partido político).
Por ejemplo, la dictadura romana (en la Antigua Roma hasta el año 500 a.C), el gobierno autoritario de Robert Mugabe (1980-2017) en Zimbawe, el gobierno autoritario de Fidel Castro (1929-2008) en Cuba, quien encabezó la revolución socialista, la dictadura de Francisco Franco (1939-1959) en España y el gobierno de Augusto Pinochet (1973-1990) en Chile.
La envidia; el derecho y la expectativa son las bases para la ingratitud.
EPO-.Santo Domingo, R.D.- Desde muy joven hemos venido escuchando las experiencias de nuestros ancestros, enseñándonos cada día, no mirar en la boca a un caballo regalado, o morder la mano que te da de comer, del mismo modo, todos hemos sido desafiados a contar nuestras adversidades y buscar el lado positivo.
Para algunos de nosotros, esto es difícil de hacer porque nuestra incapacidad para ser conscientes de cualquier bondad recibida está plagada de lo que yo llamo las TRES BASES: Envidia, Derecho y Expectativa, estas son tres causas profundas de la ingratitud.
1-Envidia. Las personas que sufren de envidia caminan por la vida dolorosamente obsesionadas por las ventajas que disfrutan los demás. Su fuerte deseo de experimentar las mismas ventajas provoca importantes resentimientos, que a menudo conducen a la ira y la infelicidad.
Los celos pueden impedir el contentamiento y la satisfacción en todas las áreas de nuestras vidas. Al comparar lo que no tenemos con lo que otros tienen, reducimos nuestra capacidad de apreciar las bendiciones en nuestra propia vida.
2- Derecho. Las personas que creen sin fundamento que merecen ciertos privilegios, beneficios o ventajas tienden a experimentar la vida a través de una serie de demandas y luchan por equilibrar el tomar de los demás con el dar. Valoran las relaciones en función de lo que otros pueden darles y se sienten insatisfechos cuando no obtienen lo que sienten que merecen.
Ejemplos de esto incluyen adolescentes que exigen ser compensados o recompensados por tareas que deberían estar haciendo como algo normal; estudiantes universitarios que sienten que merecen una «A» porque están pagando su educación, pero no han trabajado para obtener su calificación; y víctimas situacionales que usan su desgracia como justificación de por qué deberían recibir beneficios o favores adicionales.
3-Expectativa. Cierta expectativa es normal. Por ejemplo, mi jefe puede esperar que me presente a trabajar todos los días, y yo puedo esperar un cheque de pago cada mes; si no me presento, puedo esperar que no me paguen.
Desafortunadamente, la ingratitud es el resultado de expectativas irrazonables o inapropiadas, como esperar que otros lean mi mente; esperar que los demás dejen todo para satisfacer mis necesidades antes que las de ellos; y esperar que los demás den, den, den cuando yo no ofrezco nada a cambio.
Cuando expectativas como estas no se cumplen, el resentimiento y la ira afloran e interfieren con nuestra capacidad de celebrar y no dar por sentado las cosas buenas de la vida.
La envidia, el derecho y la expectativa son actitudes peligrosas y generalmente conducen a niveles poco saludables de ira, resentimiento, decepción, infelicidad y depresión. Emociones como estas hacen que sea extremadamente difícil hacer frente cuando las cosas no salen como queremos y hacen que nos comportemos de manera ineficaz cuando navegamos por el cambio, superamos contratiempos o satisfacemos las necesidades de los demás.
La buena noticia es que estas tres causas fundamentales de la ingratitud pueden vencerse, con un esfuerzo diario intencional para buscar y celebrar el lado positivo en todas las situaciones, la ingratitud puede ser reemplazada por agradecimiento y un espíritu de aprecio genuino por todo lo que la vida tiene para ofrecer.
Fideicomiso, capitalizar y privatizar
Por Nelson Encarnación
EPO-.Los sectores con acceso a la exposición mediática tienden a aprovecharse de la falta de dominio que tiene el grueso de la población sobre determinados temas y logran sembrar matrices de opinión que con el tiempo se tornan difíciles de ser revertidas.
Con el fideicomiso de las termoeléctricas de Punta Catalina ha ocurrido justamente eso, pues no hay manera de hacerle ver al pueblo que ese mecanismo de gestión del bien público dista mucho de una privatización en la forma como le complace al neoliberalismo.
Aunque el presidente Luis Abinader fue enfático en su discurso la noche del domingo, reafirmando que el fideicomiso no es una privatización de las generadoras, algunas voces se levantan para insistir en lo contrario.
¿Con cuál lenguaje debe el presidente de la República explicar que el Estado no se va a despojar de ese costoso bien público para que le entiendan?
Para algunos no valdrá el empeño de la palabra presidencial para quedar satisfechos, ya que de por medio pueden existir otras razones para no entender; algunas hachas que afilar.
En nuestro país no hay tradición de privatizar, pura y simple, propiedades públicas.
Lo que más se acercaría a ese concepto fueron las capitalizaciones de empresas estatales llevadas a cabo a finales de la década de 1990. Pero tampoco fue eso.
Las empresas capitalizadas siguen siendo propiedad del Estado dominicano que al final de cada ejercicio fiscal percibe importantes dividendos.
Sin embargo, desde el principio se instaló la aseveración de que las empresas estatales habían sido privatizadas—regaladas llegaron a afirmar algunos osados—afectando el patrimonio estatal de una forma vil.
En realidad, lo que era una vileza fue sacar esas conclusiones, puestas a circular de personas con suficiente conocimiento como para saber que estaban mintiendo a conciencia.
¿Estamos recorriendo ese mismo camino con el caso del fideicomiso de Punta Catalina? Me atrevo a afirmar que sí.
Ahora bien, ¿fue el Gobierno lo suficientemente diligente y convincente para desactivar la matriz de opinión instalada como una verdad, sobre la supuesta intención de privatizar a Punta Catalina?
En mi humilde entender no, por lo cual el presidente debió asumir personalmente el tema y abordarlo en su discurso, el que se percibe ha puesto el tema en el lugar que le correspondía.
Es decir, hasta el domingo que habló el jefe del Estado, un amplio segmento de la población estaba convencido de que las generadoras serían entregadas al sector privado en desmedro del interés colectivo.
Lo peor es que ese predicamento, basado en la posverdad, o en mentira pura y simple, procedía de algunos seriamente cuestionadas, precisamente producto de su accionar opaco en Punta Catalina.
Servio Tulio: «Abinader se expone a terminar peor que Gobierno de Danilo»
EPO-.SANTO DOMINGO-.Servio Tulio afirma Luis Abinader se expone a terminar peor que Gobierno de Danilo Medina si no modifica Ley de Compras y Contrataciones.
El vicepresidente de Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS), Servio Tulio Castaños Guzmán aseguró hoy que el Gobierno de Luis Abinader podría terminar peor que el de Danilo Medina por no modificar la Ley 340-06 sobre Compras y Contrataciones de Bienes, Servicios, Obras y Concesiones.
Castaños afirmó que todos los escándalos que se han presentado en la gestión actual, son por violentar la Ley de Compras y Contrataciones.
“Abinader se expone a que su administración termine como la anterior, si no somete el proyecto de reforma a la Ley 340-06”, declaró el vicepresidente de FINJUS en una entrevista en el programa “Abriendo La Mañana con Dary Terrero”.
También, expresó que esta ley resulta ser confusa, difusa, imprecisa que ni siquiera establece sanciones para aquel que la viole, sino que las penalizaciones por incumplimiento son de naturaleza administrativa, es decir, amonestaciones.
El abogado, dijo que lo lógico es que si tenemos unas leyes, funcionen en términos de aplicación y no estén permanentemente generando distorsiones. Recomienda Abinader someta modificación el 27 de Febrero en su rendición de cuentas.
Punta Catalina
Servio Tulio Castaños, calificó hoy la Central Termoeléctrica Punta Catalina como una obra escandalosa.
“Todo lo que tenga que ver con Punta Catalina por lo que fue su génesis. Esa es una obra escandalosa desde el principio”, indicó al momento de referir la postura de Abinader con la obra.
“Yo conozco hasta el fondo como se llevó a cabo ese proceso. Para mí como abogado ese fue un proceso que debió haber sido investigado a profundidad por el Ministerio Público”, dijo Servio Tulio.
Catalina: esa joven que nació vieja
POR FELIPE AUFANT NAJRI
EPO.-Los estrategas de la campaña de Donald Trump durante su primera elección presidencial curiosamente le dieron particular importancia al estado de Virginia Occidental, un estado sin peso electoral. Pero los políticos son avezados y había una razón muy poderosa que los impulsaba: la clase empresarial del estado se volcó en donaciones para la campaña del candidato republicano. Dicho apoyo constituyó la última medida desesperada para salvar la minería de carbón en su territorio, la más grande de los Estados Unidos. No obstante, llegado Trump al poder, se sucedieron una serie solicitudes de protección para la bancarrota en los tribunales del estado, por parte de las mineras del carbón. El apoyo del gobernante más poderoso del mundo no revertió la caída de la industria.
Las razones para la caída de la demanda de carbón son políticas y tecnológicas. Los políticos liberales de Occidente fueron los primeros en advertir sobre el peligro del calentamiento global y el cambio climático, algo negado por los conservadores. Pero los seres humanos no se suicidan fácilmente. Cuando el problema climatológico demostró ser real y serio, ambos bandos se unieron, para enfrentar un problema cuyas consecuencias podían traducirse en un aumento de la pobreza e inestabilidad social y política a nivel global. El resultado consistió en medidas para “descarbonizar”, que van desde la negativa de permisos ambientales, la exigencia de todo tipo de certificaciones verdes y el bloqueo del sector bancario a esta industria.
Es decir, Punta Catalina fue construida en un momento donde la materia prima que utiliza, por ser más barata, estaba a la defensiva. Una inversión tan costosa debe durar mínimo veinte años. Siendo así, sus dificultades futuras están claras.
Otra razón para el declive de la demanda de carbón ha sido el vertiginoso avance tecnológico de las energías renovables y su correspondiente abaratamiento. Pero hay algo más, en camino viene la revolución del hidrógeno, impulsada por una competencia internacional para abaratar el proceso de hidrólisis, que no es más que convertir el agua en hidrógeno. Las turbinas de gas natural actuales pueden ser modificadas para operar con hidrógeno hasta en un 75%. Los potenciales beneficios son enormes, pues las turbinas operaran con un combustible renovable de manera constante, pues no dependerán de que salga el sol o sople el viento.
Entonces, cuando escuchamos el debate sobre si Punta Catalina es un bien “estratégico” que debe ser operada por el sector público, o por el contrario, por el sector privado, nos parece a una discusión entre un campesino y su compadre sobre un potro que nació viejo. El verdadero problema de Punta Catalina es su anacronismo, pues es un proyecto obsoleto de los años 70, construido cincuenta años más tarde, en medio de un desarrollo tecnológico pasmoso y una normativa regulatoria internacional hostil al carbón.
