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Con Café desde Barcelona

César Medina.
Los grandes líderes despiertan pasiones en los extremos: quienes los quieren, los quieren hasta la veneración; quienes los rechazan, pueden llegar a odiarlos de forma enfermiza. Esos líderes suelen trascender la inmediatez y consagrarse más allá de las coyunturas de ocasión, pero también corren el riesgo de perder la perspectiva y provocar frustraciones históricas.
Establecer equilibrio sobre los extremos de las pasiones políticas se reputa como una de las tareas más difíciles e ingratas de los grandes liderazgos. Por un lado se sienten queridos, endiosados y glorificados; por el otro, rechazados, vituperados y reducidos al espacio donde se minimizan los egos personales.
He citado otras veces el extraordinario aporte que hizo en ese sentido el laureado escritor mejicano Luis Spota–1925-1985–, en su obra cumbre “El Primer Día”, donde describe la bruma sicológica en que caen los líderes políticos inmediatamente después de salir del poder… … Pero nadie ha logrado nunca penetrar “a la intimidad más íntima”, al vacío existencial que provoca el abandono del poder, no importa la circunstancia en que ocurra o cuán fuertes sean las instituciones o largas las tradiciones… Hay quienes describen ese momento extraordinario como “el sumun de la soledad en medio de la multitud”.
Muchos presidentes han preferido la muerte antes de bajar del Solio…
Otros se han quedado en el poder con malas artes hasta convertirse en tiranos. La historia de la humanidad está llena de ejemplos en ambas direcciones. Y nosotros, en particular, lo hemos sufrido en carne propia.

… Fases catastróficas
José Café me escribe desde Barcelona para referirse a un aspecto sicológico no discutido sobre el expresidente Leonel Fernández: “Cuando al ser humano le acontece un evento catastrófico, su estado de ánimo recorre por lo menos cuatro fases: resistencia o negación, resignación, asimilación y aceptación.

“Inmediatamente después del golpe, el afectado se resiste a aceptarlo, se pregunta por qué a mí y trata de revertirlo: Leonel se opuso a la reelección y la confrontó proponiendo el referendo revocatorio para modificar la Constitución a sabiendas de que era políticamente inviable.
“Cuando hay convencimiento de la irreversibilidad de la tragedia, cesa la lucha por cambiarla y el afectado se resigna: con la reunión celebrada por el Comité Político del PLD para informar que la repostulación de Danilo era un hecho, se le dio el tiro de gracia a las aspiraciones de Leonel.

Queda sin alternativas…
Después de Juan Dolio– dice José Café– “a Leonel no le quedó otra alternativa que resignarse deponiendo sus aspiraciones. A partir de ese momento, su decepción fue mayor al confirmarse que no había nada que hacer con la Constitución a favor de Danilo. Fue como una muerte…

“Convencido de la impotencia después de la tragedia, el dolor va disminuyendo, se va aceptando la desgracia y canalizando las energías hacia otras actividades: Leonel ya tenía su medio de distracción en su bien establecida Fundación Global donde ejecuta una agenda local e internacional sin extrañar al PLD.
“Una vez cicatrizada la herida, se acepta la nueva condición y hasta se le busca justificación, aunque el dolor jamás desaparezca: Leonel podría estar en esta última etapa a juzgar por la fluidez con que se está desenvolviendo al margen del aluvión político que se acerca con la próxima campaña electoral.
“Mis afectos de siempre, José Café”.
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