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EPO-.Vanguardia del Pueblo cumple 39 años de su fundación en este mes. Salió la luz en la quincena del 1-15 de agosto de 1974. Tan importante efemérides no podía pasar desapercibida para la comunidad que integramos los militantes del Partido de la Liberación Dominicana y los ciudadanos y ciudadanas que sin militar en él se interesan por lo que hace.
En estos casi 40 años a Vanguardia le ha correspondido establecer hitos en el periodismo nacional. De ellos se destaca la confección del “Álbum de la Corrupción”, que circuló de la semana del 4 al 11 de noviembre de 1981. Fue una locura colectiva lo que se armó en las calles de Santo Domingo con la circulación de esa edición. La gente perseguía al “Álbum de la Corrupción” como a pan salido del horno. El resultado de este frenesí fue que se vendieron de esa edición 132 mil ejemplares, cosa nunca vista en el país hasta ese momento de 1981.
Juan Bosch, que como líder del Partido daba seguimiento al día a día de su desenvolvimiento, habló a los peledeístas y las peledeístas el 11 de noviembre de 1981 a través de La Voz del PLD, con el propósito, entre otros, de explicar el significado del “Álbum de la Corrupción”. Como consideramos que no hay mejor forma de hablar de Vanguardia en el mes de su efeméride que recordando una de sus grandes hazañas, por un lado, y por el otro que nadie tiene la autoridad de Juan Bosch para hablar del órgano escrito del Comité Central del Partido, nos ha parecido oportuno reproducir este discurso que, de inmediato, dejamos a disposición de los lectores.
Ayer les prometimos que hoy hablaríamos del escándalo que ha producido la publicación del Álbum de la Corrupción, y como sabemos que hay cientos de miles de dominicanos mayores de edad que no tienen idea de cuál es el significado de las palabras Álbum de la Corrupción, explicaremos por qué esa publicación se llamó así, explicaremos también su importancia política y las causas de que causara tanto revuelo.
Lo curioso es que la historia del Álbum de la Corrupción empieza con la aparición del periódico del PLD, que tiene el nombre de Vanguardia del Pueblo pero se conoce por el de Vanguardia nada más y empezó a publicarse a mediados de agosto de 1974, esto es, hace más de siete años. Desde su primer número hasta el 315, que salió el miércoles 28 del mes pasado, Vanguardia se había vendido de manera privada, como no se había vendido nunca ningún periódico. Los periódicos, según sabe todo el mundo, se venden en las calles y en puestos; en las calles los venden generalmente muchachos de 14, 16, 18 años a quienes todo el mundo conoce con el nombre de canillitas, y se venden también por el método llamado de la suscripción, que consiste en pagarlo mensualmente y recibirlo en la casa o en la oficina del comprador, adonde se lo llevan repartidores que generalmente andan en bicicletas y también en motocicletas.
Tanto si lo venden los canillitas como si lo entregan los repartidores, la venta de los periódicos corrientes es pública y en el caso de los canillitas estos les enseñan los periódicos que están vendiendo a los posibles compradores y muchas veces no sólo se los enseñan desplegándolos para que se vea el nombre del que están ofreciéndoles sino que con mucha frecuencia gritan ese nombre, pero eso no pasó nunca en el caso de Vanguardia porque Vanguardia no fue vendido jamás por canillitas. Nadie vio en ningún momento un canillita ofreciéndole un ejemplar de Vanguardia ni vio a Vanguardia en uno de esos puestos donde se venden periódicos.
¿Por qué Vanguardia no se vendía en las calles ni en los puestos de venta de periódicos y revistas? Porque Vanguardia es un semanario (palabra que quiera decir que sale una vez a la semana, y esa vez es los miércoles) que no publica ni crónicas deportivas ni de cine ni de sociedad ni lista de la Lotería ni las llamadas noticias generales ni anuncios de ninguna especie. Vanguardia publica sólo cosas políticas, que tengan que ver con la política dominicana o extranjera, y con los problemas que se relacionan con la política, como los económicos, los sociales, los históricos. En pocas palabras, Vanguardia no es un periódico comercial y no se vende a la manera comercial, que es como se venden los demás periódicos.
Los vendedores de Vanguardia son los miembros y los circulistas del PLD, y a través de ellos el PLD mantiene un contacto directo con todos los compradores de Vanguardia. Ese contacto nos permite a nosotros, los que somos parte de la dirección del PLD, conocer los problemas de la gente, sus ideas o por lo menos sus preocupaciones porque muchos de ellos se las manifiestan a los compañeros que les llevan el periódico, y un día de éstos el Comité de Dirección de Vanguardia consideró que si se dedicaba uno de los números del periódico a lo más importante de lo que venía diciéndose desde hace algún tiempo acerca de los actos de corrupción que llevan a cabo ciertos altos empleados del Gobierno, iba a ser necesario vender ese número en las calles, por medio de canillitas, porque seguramente la venta sería muy alta, tan alta que doblaría o triplicaría la cantidad de periódicos que vende normalmente el PLD.
Como en el PLD no se hace nada por arrebato de una persona sino que cualquier idea nueva se estudia de manera detallada y una vez aprobada se planea en qué forma va a ser llevada a cabo, la idea de dedicarle un número entero de Vanguardia a denunciar los actos de corrupción que comenten algunos altos empleados del Gobierno fue discutida y al fin se acordó buscar las pruebas de esos hechos.
¿Dónde podían hallarse esas pruebas?
Pues en la Cámara de Cuentas y en la Controlaría General de la Nación, cosa que sabíamos porque tanto la Cámara de Cuentas como la Controlaría habían hecho unos estudios de las cuentas de varios departamentos del Gobierno y del Ayuntamiento de la Capital, y por cierto que el del Ayuntamiento fue hecho por la Contraría a petición del presidente Guzmán debido a que tenía sospechas o noticias de que el síndico Franco Badía no estaba manejando los fondos como debía hacerlo.
La Controlaría General de la Nación es una dependencia de la presidencia de la República que se ocupa de revisar las cuentas de todo lo que el Gobierno gasta y la Cámara de Cuentas hace lo mismo pero no depende del Presidente porque sus cinco miembros son nombrados por el Senado y su función es informar al Congreso, es decir, a los senadores y los diputados, de los resultados de la revisiones que haga en todas las cuentas, las grandes y la chiquitas, las generales y las particulares de cuanto se relacione con el dinero del Gobierno y de los negocios que administra el Gobierno, como son los ingenios de azúcar que eran de Trujillo, la fábrica de cemento Colón, los Molinos Dominicanos, la fábrica de vidrio de San Cristóbal, la Textil Los Mina, FASACO, la Corporación Dominicana de Electricidad, el Banco de Reservas, el Banco Agrícola y, en fin, todas las empresas del Estado.
La Controlaría fue fundada por mandato de una ley y la Cámara de Cuentas por los artículos 78 al 81 de la Constitución, lo que le da más peso porque la Constitución es la madre de las leyes. Antes la Cámara de Cuentas trabajaba poco, pero desde hace unos tres años viene haciendo estudios de cómo se manejan, desde el punto de vista del dinero que reciben y que gastan, lo mismo varios departamentos del Gobierno que las empresas del Estado, como son todas las que están reunidas en una especie de departamentos que se llama CORDE.
Las personas que hacen esas revisiones de cuentas se llaman auditores y tienen título universitario de licenciados, y las leyes les reconocen a los auditores lo que se llama fe pública, o lo que es lo mismo, que lo que ellos digan en materia de revisión de cuentas es verdad a menos que se demuestre lo contrario. Del título de auditores viene la palabra auditaría, que quiere decir revisión de una cuenta, por eso cuando se dice que a Fulano o a la Secretaría de Estado tal y cual se le hizo una auditaría lo que se está diciendo es que le revisaron las cuentas del dinero que le ha entrado y del que sus jefes o directores han administrado o manejado.
Las auditarías que habían hecho tanto la Cámara de Cuentas como la Contraloría General de la Nación habían sido publicadas, o enteras, como lo fue la del Ayuntamiento en el periódico El Caribe, o en partes, como lo fue la de CORDE. Pero la dirección de Vanguardia del Pueblo había notado que esas publicaciones no habían llamado la atención de la gente a pesar de que podían contarse por miles y miles los dominicanos que hablaban en todas partes de que el país estaba siendo barrido por una ola de corrupción. ¿A qué debía achacarse esa indiferencia ante las auditarías que se publican por parte de la gente que demostraba estar tan al tanto de que había corrupción y que en sentido general decía que había que acabar con los malos manejos del dinero público?
Tenía que deberse al hecho de que el número mayor de dominicanos no podía entender qué es una auditaría y por esa razón no podía descifrar los datos que aparecían en las partes de auditarías que se publicaban, y si era así entonces no podía haber duda de que si los datos se daban acompañados de explicaciones que esa mayoría de dominicanos pudiera comprender y, sobre todo, si se los daba una organización política que tuviera fama o prestigio de seria, de responsable, de capaz, podíamos estar seguros de que la publicación de las auditorías o de sus partes en Vanguardia del Pueblo, conocido de todo el país como órgano del Partido de la Liberación Dominicana, iba a producir una conmoción porque se vendería como pan caliente tan pronto Vanguardia saliera a las calles.
Los cálculos que se hicieron fueron de una venta de 100 mil ejemplares, cantidad que se quedó corta porque se vendieron 132 mil.
Como La Voz del PLD dura sólo media hora y son muchas las cosas que hay que decir por ella, el tiempo que podemos disponer para hacer la historia del Álbum de la Corrupción no nos alcanza hoy para más y, por tanto, nos vemos forzados a dejar una parte para mañana, razón por la cual ahora decimos:
Hasta mañana compañeros, colaboradores, amigos y simpatizantes del PLD.
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Saludos a todos