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Un español de diez años, entre los mejores pilotos de drones del mundo #...










El podio de la Carrefour Drone Race celebrada en diciembre del pasado año parecía la cola de entrada a un parque de bolas. El ganador del campeonato Erick Carratalá había batido al favorito y vigente campeón de España Álex Zamora. Ambos tienen diez años. A su lado el tercero de la fotografía, el campeón francés Duncan Boisson, parece un abuelo veinteañero. Zamora, con la espontaneidad que solo un niño puede tener, declaraba después a la organización en una entrevista que el circuito le había parecido “muy chulo”. Señal de que este mundo, en el que ya empiezan a moverse cantidades de dinero importantes en premios, está hecho para chavales como él y como Erick. Álex es piloto del X Blades Racing Team, que pasa por ser uno de los equipos más importantes del mundo (aunque en un deporte tan joven como el vuelo de drones todo está por consolidar).
Daniel Pachón, compañero de equipo, cree que el talento de Zamora tiene mucho que ver, precisamente, con su edad, con esa capacidad de disfrutar que solo tienen los niños: “ellos no tienen la carga mental de pensar que si los rompen, el precio es elevado o les va a llevar un tiempo arreglarlo” declaraba en una entrevista para Eurosport. “Solo piensan en seguir hacia adelante, sentirse libres y volar, no piensan en los premios ni nada de todo esto. Evidentemente, esto está hecho para ellos. Tienen una facilidad increíble para adaptarse a los circuitos y a los aparatos. A mí, por ejemplo, me gusta que todos mis drones sean exactos, funcionen a la perfección, pero a ellos les dan un dron que no va muy bien y les da igual”.
Álex Zamora se encuentra actualmente en el número cuatro del ranking mundial de pilotos, aunque hace tan solo un par de años que se aficionó a un deporte cuya pasión le transmitió su padre Benjamín Zamora: “la primera vez que Álex cogió un dron me impresionó mucho la habilidad y lo fácil y rápido que aprendió a volar”. Aquel primer dron fue un regalo de los Reyes Magos que se ha convertido no solo en una posible carrera profesional para el pequeño, sino también en un punto de unión entre padre e hijo que comparten ahora entrenamientos, competiciones y puesta a punto de los drones.
Aunque es consciente de su talento, Álex cree que su principal virtud es su capacidad para “entrenar, entrenar y entrenar”, a la que Benjamín suma “que se crece en la pista. Impresiona su forma de pilotar y de pensar en competición”. La velocidad lo es todo para este joven piloto al que nadie se atreve a poner techo (“nadie sabe dónde llegará, pero por lo menos nos hemos divertido” asegura el padre, como hacen todos los orgullosos progenitores de los campeones), pero que de momento tiene claro cómo se siente cada vez que se coloca a los mandos de su dron “es como sentarte en la silla del rey”.







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