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Los evangélicos se convierten a Bolsonaro


BRASIL.-Un mastodonte de 56 metros de altura, 105 de ancho y 121 de profundidad, en un área de 100.000 metros cuadrados, se levanta en el barrio de Brás, una de las zonas populares de São Paulo. Se dice que su inspirador, el magnate de la comunicación y fundador de la evangélica Iglesia Universal del Reino de Dios, Edir Macedo, trajo piedra de Jerusalén para construir esta réplica del Templo de Salomón, con capacidad para 10.000 fieles. Este pasado viernes, cuando la lluvia amenazaba con sacudir la primera hora de la tarde paulista, apenas 1.000 acudieron al culto. En el interior, al que se accede por un aparcamiento subterráneo después de dejar los teléfonos móviles a buen recaudo y pasar por un control de metales, seis menorás lucen imponentes en cada pared, mientras desde varias pantallas se difunden versículos de la Biblia antes de que comience la ceremonia, en la que el pastor celebrará los logros de un exorcismo la semana anterior. Antes, todos los fieles realizarán una plegaria. El eco por la falta de gente y el ímpetu permiten escuchar los pedidos de una mujer: por su familia, sus allegados. Por Brasil.
— Que no acabe el mes sin la victoria.


Este domingo, a primera hora de la mañana, cuando los colegios electorales apenas abrían, el ambiente en torno al templo era de quietud. Los alrededores se parecían más a un erial que aún prolongaba la noche del sábado. Los guardianes del templo, hombres enfrascados en abrigos negros que impiden siquiera que alguien ponga un pie en un bordillo, se mostraban impertérritos ante la votación: "Aquí no se habla de política".
De política no se hablará dentro del templo de Salomón y es aventurado discernir por qué triunfo clamaba la mujer, pero el poder de los evangélicos trasciende aquellas gigantescas paredes. Hace cuatro años, antes de la inauguración, por la inmensa explanada con varias palmeras que da entrada al santuario caminaban 11 gobernadores, entre ellos el de São Paulo, el hoy candidato Geraldo Alckmin y la entonces presidenta, Dilma Rousseff, que aspiraba a la reelección, para lo que necesitaba mantener el apoyo de Macedo y sus fieles. Los evangélicos, una masa de 42,3 millones de personas –22,2% de la población–, son uno de los sectores determinantes en las elecciones brasileñas, con un poder inusual en comparación con otros países de América Latina, donde también han crecido con los años. Junto a los partidarios de las armas y los ruralistas forman en el Congreso lo que se conoce como la bancada BBB: bala, buey y Biblia.
En esta elección habría que sumar una cuarta B, la de Jair Bolsonaro, el favorito en las encuestas, que ha logrado aglutinar el respaldo de todos ellos en los últimos meses. En el caso de los evangélicos, recibió un espaldarazo la última semana. El jueves, a las 10 de la noche, a la misma hora en que todos los candidatos presidenciales celebraban el último debate en TV Globo, la primera cadena del país, el favorito para la victoria, Jair Bolsonaro, ninguneaba al resto de los aspirantes con una entrevista postiza en Record, la segunda televisión del país, propiedad de Edir Macedo. El aspirante ultraderechista aprovechó los 30 minutos que le brindó Record para tratar de humanizar su retrógrada figura, sin ápice de confrontación por parte del entrevistador.
El apoyo de Macedo es de suma importancia para Bolsonaro. Creador hace 40 años de la Iglesia Universal del Reino de Dios, hoy un imperio religioso con más de nueve millones de seguidores en todo el mundo que frecuentan los cerca de 10.000 templos, lo dio a conocer en su página de Facebook, cuando un seguidor le preguntó en su página de Facebook por quién votaría. De ese pequeño gesto pasó a ofrecer al militar retirado la mayor plataforma de la que podría disponer para justificar, paliar o argumentar sus peroratas en un país donde el 44,8% iba a decidir su voto influenciado por la televisión. La comparación con Trump vuelve a ser inevitable. Si aquel tiene a Fox News, Bolsonaro cuenta con TV Record.
El respaldo de Macedo se suma al de otros líderes evangélicos, como el pastor José Wellington Bezerra da Costa, presidente emérito de la Asamblea de Dios, la mayor fuerza evangélica, con 22,5 millones de fieles en Brasil, ceca del 10% de la población. "De todos los candidatos, el único que habla el idioma del evangélico es Bolsonaro. No podemos dejar a la izquierda volver al poder", aseguró el pastor el 1 de octubre después de mostrar en la fiesta de aniversario de la iglesia, delante de los fieles, un vídeo del candidato felicitándolos. En agosto de 2014, era Dilma Rousseff, en plena campaña para la reelección, quien aparecía en el púlpito de la iglesia de Bezerra da Cota. Entonces, era ella quien se llevaba un tercio del electorado evangélico en víspera de la elección. Dilma estaba al frente de todas las encuestas, la favorita para vencer.
El abandono, paulatino, comenzó con el impeachment a Rousseff. Estas elecciones, sin embargo, han supuesto el fin de la alianza evangélica con el PT. En la última década, los principales líderes apoyaron al partido, un respaldo pragmático por el que se obtenían, por ejemplo, beneficios fiscales. Por su parte, el apoyo evangélico resultaba incómodo para el partido de Lula, pues sus reclamos no terminaban de encajar con las defensas más progresistas de la formación.
"Desde septiembre se ha producido una migración considerable de la intención de voto evangélico hacia Bolsonaro", explica Ronaldo Almeida, profesor de Antropología de la Universidad de Campinas (Unicamp) y miembro del Centro Brasileño de Análisis y Planeación (Cebrap). "Bolsonaro representa esa sensación de orden y autoridad que cala en esa parte de la población, aún más en un contexto de retroceso económico y moral", complementa. Dilma, pero sobre todo Lula, habían logrado el respaldo de los sectores más pobres, mayoría dentro de los evangélicos. Todo eso se fue difuminando con el paso del tiempo, la llegada de la crisis económica y el crecimiento del antipetismo (contrarios al Partido de los Trabajadores). La puntilla supuso la aparición de un candidato que defendía los valores más tradicionales.
"Bolsonaro es un candidato que tiene la agenda que nosotros defendemos, tiene una vida limpia y patriota. ¿Por qué no apoyarlo?", se pregunta retórico el pastor Silas Malafaia, de la Victoria en Cristo, una vertiente de la Asamblea de Dios. Cuando se le pregunta por las actitudes racistas, machistas y homófobas de Bolsonaro, el pastor responde que son acusaciones "de lo más ridículas". "Fue la izquierda brasileña quien apoyó con fuerza toda esa basura moral, como la ideología de género o el beso gay en la novela de las seis de la tarde".

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