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¿Con quién están ahora mismo los militares de Venezuela?

VENEZUELA-.Sin el control de las Fuerzas Armadas no hay control del Gobierno de Venezuela. El opositor Juan Guaidó lo sabe y, por eso, desde que el pasado 23 de enero se autoproclamó “presidente encargado” del país, sus empeños han sido titánicos para lograr que los uniformados se pasen a su bando, pese a la raigambre de décadas con el chavismo. Por ahora no lo ha logrado.
El pasado martes acudió con un grupo de ellos a liberar a su mentor, Leopoldo López, de seguido se fue a una base aérea de Caracas y lanzó un mensaje pidiendo a soldados rasos y mandos que se sumaran a la última fase de su Operación Libertad para sacar del Palacio de Miraflores al actual presidente, Nicolás Maduro. Sin embargo, la movilización no ha calado en los cuarteles y bases: la cúpula del Ejército sigue públicamente con el oficialismo, no se han producido deserciones en masa ni hay personal de alto rango que esté movilizando a sus subordinados a favor de Guaidó. Hasta él lo ha tenido que reconocer en público: “Está claro que las Fuerzas Armadas nos escuchan pero ayer no fueron suficientes”, dijo en una manifestación, el miércoles. 
Maduro, consciente de ello, aún se permite sonreír. Los datos dicen que la mayoría está con él. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) está formada por unos 300.000 efectivos, encabezados por el ministro de Defensa y general de Ejército, Vladimir Padrino López, una figura esencial para el discurrir de los acontecimientos en Venezuela. De esos efectivos, un máximo de 1.500 habrían desertado ya y estarían en la frontera con Colombia esperando acontecimientos, según datos del Departamento de Estado norteamericano, que apoya a la disidencia.Esos son los datos más optimistas. Los menos -aportados por corresponsales de prensa internacional en la zona- hablan de poco más de 400 militares desertores y alguna decena más que se ha refugiado en embajadas. Se sabe que Brasil ha concedido asilo a 25. Se trata, siempre, de personal raso o de rango medio, pero no altos mandos. 
El vídeo de Guaidó explicando su ofensiva, hace tres días, tenía como telón de fondo unas cuantas líneas desordenadas de militares, una cuarentena, los que habían ayudado a la liberación y traslado de López. Maduro, ayer, se rodeó de 4.500 en una base de Caracas. Aprovecha que aún tiene lealtades intactas y se fotografía en una demostración de fuerza que, más allá de la propaganda, parece tener base real. El todavía presidente insiste en el “fracaso de la insurrección” y el “número pequeño de traidores” que ha aglutinado la oposición. El propio fundador del chavismo, Hugo Chávez, era teniente coronel cuando intentó dar su golpe de estado de 1992. Ese pasado pesa. 
No obstante, Leopoldo López, atendiendo a los medios en la embajada de España en la que se refugia por ahora, ha insistido en que hay “más movimientos” en el sector militar de apoyo a los sublevados. Ha desvelado que en las tres últimas semanas ha tenido contacto con “muchos” uniformados, con los que se vio en su vivienda, en la que cumplía arresto domiciliario. Están de su lado, dice, no sólo soldados, sino “generales y comandantes”.“Quiero decirles que no están solos. Ahora, ¿qué tenemos que derribar? El miedo (...) Conozco el mundo militar y sus sentimientos”, sostiene, bien esperanzado, bien en un intento de convencer a los que dudan de dar el paso. 

Los lazos de la cúpula y el Gobierno

Guaidó, desde el inicio, llamó a los militares a ser “verdaderamente leales con su juramento con la patria”. “Hoy te doy una orden”, les repetía en sus arengas, mientras firmaba una amnistía por la que perdonar a quienes dejasen a Maduro y se sumasen a su revolución. Hablaba al “corazón de sus iguales”, jóvenes con familia, no corruptos, cansados del chavismo, desencantados y con ganas de dejar de obedecer a Maduro. Hasta su esposa, Fabiana Rosales, hizo un llamamiento a las esposas de los militares, en esa línea. 

 

Pero las distancias entre los de abajo y los de arriba del estamento militar son muchas. La cúpula mantiene un fuerte vínculo con el gobierno. Muchos ministros son militares o antiguos militares. Lo es incluso el presidente de la petrolera estatal PDVSA, casi la única fuente de entrada de dinero del país. Los militares gestionan parte de la firma y velan por su seguridad.
Los lazos entre economía y defensa, petróleo aparte, son especialmente intensos desde 2016, cuando Maduro transfirió al Ejército el control de la importación, producción y distribución de alimentos y medicinas, por lo que los militares dominan las vías de entrada de todo lo esencial. “Esa cercanía al dinero es para muchos la base de la inquebrantable lealtad de la cúpula militar hacia el Ejecutivo en medio de una fuerte crisis económica en el país”, describe la BBC.
Ellos, obviamente, son esenciales también en el control de la paz en las manifestaciones y de la Inteligencia patria. Saben de los opositores, de quién simpatiza, quién hace qué. Todo eso influye a la hora de amedrentar.
En sus manos, denuncia la oposición, están incluso negocios ilegales, peligrosos y lucrativos como el narcotráfico. Ahí está el caso del actual ministro del Interior, Néstor Reverol, a quien Estados Unidos busca por supuesto tráfico de drogas. Maduro lo ascendió, tras ser jefe policial. 
“El alto mando vela por sus intereses, no por los nuestros”, se leía el miércoles en una pancarta, en una manifestación en la plaza de Altamira de Caracas, epicentro de la marea convocada por Guaidó y López. Con el ascenso de la disidencia, se puede acabar ese negocio. Así que los mandos están con Maduro, por ahora, para mantener su cuota de poder, su parte del pastel, y por temor a las represalias de irse con el adversario. No es sólo ideología, sostienen los críticos con el poder. Ni las presiones económicas ni diplomáticas, por ejemplo, de EEUU, parecen hacer mella. 

Vladimir Padrino, ¿dentro o fuera?

Uno de los nombres que más se repiten estos días es el del ministro de Defensa, Vladimir Padrino. Según ha trascendido en diversos medios norteamericanos y latinoamericanos, supuestamente él era uno de los militares que había diseñado el plan para destronar a Maduro, junto con funcionarios del Consejo de Seguridad de Estados Unidos, un órgano que depende directamente de Donald Trump y que comanda John Bolton.
La idea era tomar la base aérea de La Carlota al amanecer del Primero de Mayo. Sin embargo, en la madrugada del martes 30 de abril alguien ordenó liberar a Leopoldo López. ¿Qué pasó para cambiar los planes? ¿Qué papel juega el ministro, que se ha mostrado en público con Maduro? ¿Es toda una historia para hacer mella en el chavismo, atacando a un militar que lleva 13 años a sus órdenes, o es cierto que estaba dispuesto a llegar hasta el final con Guaidó? 
“Da mucha indignación por dentro que pretenden romper con el honor militar, que es lo más sagrado que tiene el soldado, es que me vengan a comprar con una oferta engañosa, estúpida, ridícula, con esas ofertas que andan haciendo de la boca para afuera porque en el pecho y en el corazón no tienen nada”, dijo ayer Padrino en el acto castrense de Maduro.
Sigue en su cargo. Al menos, por ahora. Y eso que no sólo se ha visto enfrentado a una gran presión política, sino también de miembros de su familia, incluida su madre, que a través de un video le pidió la noche del martes ponerse “del lado del pueblo” y que finalice la “masacre”. 

Gestos

Por ahora, el mayor gesto de un uniformado a favor de Guaidó fue sido el del agregado militar en la embajada de Venezuela en EEUU, el coronel José Luis Silva, en el cargo desde 2014. A los pocos días de su declaración como presidente encargado, dijo públicamente que ya no reconocía a Maduro al mando e instó a sus “hermanos militares” a respaldar a Guaidó y “propiciar” un cambio en la nación. “Esta Agregaduría de Defensa no reconoce al presidente Nicolás Maduro por considerarlo un usurpador y reconoce a Juan Guaidó como presidente interino legítimo”, declaró a la agencia AFP.
El presidente de la Asamblea Nacional ha demostrado que tiene apoyos con cierta infraestructura, como se vio cuando cruzó a Colombia, nadie sabe cómo, para acudir a un concierto en apoyo de su movimiento. En ese momento pesaba sobre él una orden de arresto y no tenía pasaporte para poder salir. Fue en febrero. 
Esta semana, Manuel Christopher Figuera, jefe del Sebin, ha declarado públicamente su apoyo al alzamiento y se desconoce su estado y paradero, pero José Adelino Ornella Ferreira, actual Jefe del Estado Mayor y que se decía vinculado con el golpe, ha salido apoyando a Maduro. No se ha informado de ningún cuartel militar que se haya sublevado contra el Ejecutivo. 

Pocos antecedentes 

Antes de la irrupción de Guaidó en el panorama político de Venezuela, varias decenas de militares habían sido arrestados por cargos como traición a la patria e instigación a la rebelión, acusados de alinearse con la disidencia, por intentos de rebelión, asaltos a cuarteles y robos de armas.
El más conocido de ellos fue el piloto Óscar Pérez, inspector del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), que murió el año pasado tras un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad venezolanas. Fue el único uniformado que dio la cara en un vídeo en el que reivindicaba que él y su comando habían tomado un helicóptero, volado hasta el Ministerio del Interior y disparado 15 veces sobre una fiesta oficial.
Maduro también denunció a finales de 2018 un supuesto intento de golpe por parte de una treintena de militares. Los disidentes han pagado con sanciones o incluso con la cárcel, en una desmovilización que no ha sido masiva, claramente, pero tampoco imperceptible. 

Un requisito esencial

Guaidó, formalmente, no puede avanzar más sin la Fuerza Armada. El opositor se apoya en el artículo 233 de la Constitución venezolana para declararse presidente, pero se ve forzado a seguir los pasos fijados en otro artículo, el 236, para ir afianzando la pretendida democracia que proclama. Ahí se indican 24 puntos que son los pasos que debe seguir para hacerse con las atribuciones del ejecutivo, para hacer un Gobierno de transición viable.
Hay que sacar a los cargos previos del Ejecutivo, hay que remodelar el equipo, pero también hay que tomar las riendas de la diplomacia y la acción exterior, respetando los acuerdos acordados, hay que convocar elecciones libres e inmediatas, y hay que controlar al Ejército, como muleta de estabilidad y seguridad nacional. El presidente es el comandante en jefe de esas tropas, pero aún no ha sido reconocido como tal por el estamento militar. El proceso no está completo si eso falta. No basta con que te apoyen más de 50 de grandes naciones, España entre ellas. O el Ejército está de tu lado o no hay cambio.

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